sábado, 6 de enero de 2007

Malkeniu

Cuando recobré la lucidez, poco antes de que abriera los ojos, lo primero que percibí fue un fuerte olor..., un olor denso..., acre..., profundo..., olor a encierro y humedad..., olor a humo de cigarrillo, a vino agrio.., entremezclados con vestigios lejanos de olor a lejía y jabón, olor a perfume barato.., el olor rancio del permanganato de potasio..., olor a quilombo.

Después abrí los ojos, y te vi sentada frente a mí en una silla esterillada Thonet, leyendo un libro, y lentamente fui recordando las últimas imágenes del intento de apoderarnos de esa comisaría, de la impotencia de no encontrar el apoyo hacia nuestra acción y frente al motor del automóvil que no arranca, de los gritos de alto y rendición, de los ecos secos de los tiros de fusilería, de la corrida hacia cualquier lugar hacia ninguna parte, el desbande, y del golpe seco que sentí en la espalda, el golpe que me dejó tumbado boca abajo sobre una vereda de ladrillos desparejos, entre un paredón y una larga hilera de árboles que crecían sobre el filo del zanjón, y el dolor, un dolor que era como hielo que quemaba.

Comprendí, cuando recuperé la lucidez, que había sido un tiro certero de máuser el que impactó en la espalda, después que el motor del automóvil no arrancara, cuando el revólver con el que me defendía se quedó sin balas y para salvar la vida comencé a correr.

Después me contaste que había quedado tendido boca abajo desangrándome poco a poco sobre esa vereda de ladrillos desparejos entre el paredón y la larga hilera despareja de ceibos, sarandies y sauces que crecían sobre el filo de un zanjón, casi enfrente de la puerta del bar “El Águila” y, recuerdo ahora con nitidez que cuando abrí los ojos y los claroscuros de las siluetas se transformaron en las imágenes de personas, estabas sentada frente a mí con un libro entre las manos, que lo cerraste de inmediato y guardaste en un bolsillo del batón que llevabas puesto, y yo, acostado en la cama de una pieza oculta de las miradas indiscretas, y que cuando me hablaste, tratando de ocultar pudorosamente los dedos manchados de rojo por el uso del permanganato de potasio, dijiste que te llamabas Malkeniu y que había sido una tal Fanny Braverman quien te ordeno cuidarme y atenderme, mientras estaba allí, reponiéndome.

Malkeniu, así te decían todos en el lupanar que funcionaba con el beneplácito policial en la parte de atrás del bar “El Águila”, que estaba a dos cuadras de la comisaría del puerto de Zárate, donde supuestamente varios agentes y suboficiales estaban apalabrados para acompañarnos en la acción que estábamos emprendiendo, que además iba a contar con el apoyo de la gente del comité local del partido, que al final no apareció, el día de la revolución frustrada de 1933.

Muchos años después de que la bruma de la madrugada te envolviera, y cuando te perdí para siempre, cuando te convertiste en una especie de fantasma que atormentaba mis días y que persigo de noche, cuando desgajaste el alma y los recuerdos de los días compartidos me angustian hasta el llanto, una noche fría y lluviosa de junio, acodados sobre una mesa mugrienta de un bar de mala muerte que queda en la calle Piedras al 800, - en la frontera de Catedral al Sud y San Pedro González Telmo, tan sólo a unas cuadras de Puerto de Santa María de los Buenos Ayres, al que todos han bautizado piadosamente “El vómito”- , dos viejos rufianes retirados de las andanzas de otros tiempos, que decían llamarse David Redson y Yehuda Raznosky, borrachos y ganados por la melancolía de un tiempo que paso, que están seguros que no ha de volver y que para ellos es mejor que el actual; presienten ser abordados por una catedral de recuerdos que como un álbum de fotos ajadas y sepias les quema el alma, me contaron que te habían conocido cuando aún no tenías los dedos manchados de rojo por el uso de permanganato de potasio, que habías nacido en los confines de la Galitzia Oriental, la posesión más levantina de la Casa de los Habsburgos y discuten entre sí sobre si habías nacido en Lemberg o en Przemysl, aunque concuerdan que habías sido una de las últimas polacas que trajo Felipe Schon engañada a estas tierras, para terminar prostituida en los lupanares que regenteaba ubicados en parajes tan lejanos a tu aldea, rodeada de gente extraña. Me contaron que Malkeniu significa muñeca; y eso era lo que eras, una auténtica muñeca blanca de ojos verdes, con el cabello todo lleno de rulos, tenías la piel muy, pero muy suave, unos pechos redondos, chiquitos y duros y tu cuerpo exhalaba un perfume sin igual, un perfume que jamás le había sentido a ninguna mujer, a punto tal que estoy seguro que fuiste mi muñeca, el tiempo que duro nuestra historia y aún ahora, que han pasado tantos años desde la noche en que la oscuridad y la bruma te envolvieron para siempre te recuerdo de la misma manera.

La noche que conocí a David Redson y Yehuda Raznosky, memoriosos a la hora de agregar datos de una historia que se complementa con otras historias, ellos aparentando ser gentiles, a pesar que los años no han borrado un dejo de maligna ferocidad en el brillo oscuro de la mirada de ambos, medio borrachos y ganados por la melancolía de un tiempo pasado que ellos creen mejor que el actual y que saben no ha de volver, a medida que relatan el pasado y los personajes que constituyen esta historia, se sienten como asaltados por una catedral de recuerdos que se les presenta en la memoria como un álbum de fotografías ajadas y sepias que les quema el alma, me contaron que atrás del bar “El Águila” había funcionado por aquellos tiempos el prostíbulo más lujoso de toda la zona de Zárate, que el bar era atendido por un tal Cacho - (de piedra en forma de cabeza), agregaban maliciosos entre risas y que fue bautizado así por los parroquianos del lugar -, que era un cuasimodo débil mental que apenas balbuceaba palabras inconexas y obedecía ciegamente los designios estrafalarios de esa tal Fanny Braverman, que reinaba a discreción entre las sombras con el placer de quien ha logrado una cierta venganza de la vida. Que ahora, a pesar que el edificio esta igual que antes en los cuartos de atrás funciona una pensión para viajantes de comercio y que ahora lo maneja un gallego que no sabe leer ni escribir, pero que tiene una memoria prodigiosa para recordar los números y las caras de las personas, por eso se dedica a levantar quiniela protegido por el comisario de turno y con los años se ha transformado en uno sus confidentes, y quizás también por eso mismo se aprovecha de los borrachos que hay en el bar todos los días anotándoles algún vaso de vino de más en la cuenta a la hora de cobrarles.

Me contaron también, para que entienda la historia que antes de que esa tal Fanny Braverman regenteara el lupanar que funcionaba detrás del bar “El Águila”, ella misma había sido una de las miles de polacas que habían traído a la Argentina engañadas por algunos de los caftens de la Sociedad Israelita de Socorros Mutuos Varsovia, a quien primero la explotaron en un lupanar que funcionaba en el conventillo de la “Rubia” que estaba en México entre Bolívar y Defensa para luego ser la portera de otro que estaba sobre la calle Junín al 300 y que ambos eran propiedad de Felipe Schon.

Fue a lo largo de esa noche de junio, interminable lluviosa y fría, cuando David Redson y Yehuda Raznosky memoriosos y detallistas hasta la exasperación, cada vez más borrachos a medida que pasan las horas, ganados por la melancolía de un tiempo pasado que ellos creen mejor y que saben no ha de volver, asaltados por una catedral de recuerdos que se les presenta como un álbum de fotos ajadas y sepia y que les queman el alma, me hacen recordar la aventura que emprendieron un grupo de rufianes judíos, cuando repudiados por la prédica de rabbí Halphon y por el resto de su comunidad, se agruparon bajo la denominación del “Club de los 40” y en 1906 cansados del rechazo de los miembros de la comunidad que los llamaban caftens, – de donde deriva la palabra “cafishio” o “panzones” decidieron constituir bajo la inspiración de Noé Trauman la Sociedad Israelita de Socorros Mutuos Varsovia, para poder tener un cementerio propio en tierra virgen donde enterrar a sus muertos por que la Jevre Kedishe, es decir la “aristoracia de la comunidad” los idn se negaba a que los enterraran en el Cementerio de la Chacarita de los Colegiales y en el de Liniers porque son tneim, adquirir una casa para que funcionase la sede social de la Mutual y donde pudieran reunirse y además construir una sinagoga propia por que ellos a pesar de todos eran hombres temeros de Adona-i, pero por sobre todo continuar bajo una fachada de respetabilidad social con sus negocios que eran muy redituables.

Cuentan los memorioso que todo marchaba viento en popa pero la única vez que hicieron un cambio en sus planes fue cuando se asustaron porque las denuncias del ese rabbí Halphon, comenzaron a tener eco en la prensa que publico una serie de artículos que eran enviados desde la Sociedad Israelita de Protección de Mujeres y Niñas, y además por una queja del Embajador Polaco. Por todas esas cosas Noé Trauman convocó una reunión urgente de socios para que le modificaran los estatutos sociales y le cambiaran el nombre por el Zwi Migdal. Ellos dicen que con esos actos cubrieron dos flancos al mimo tiempo, rendir honor a Luis Migdal que había congregado en torno a sí a los primeros caftens de manera informal cuando se los conocía como el “Club de los 40”, y jugando con el equívoco del lenguaje el nombre que pronunciado sonaba a “La poderosa”, hecho éste que causaba más miedo no sólo a las pupilas, sino también a sus enemigos. Entonces, me contaron por enésima vez esta historia, que a fuerza de haberla escuchado tantas veces en tantos otros lugares me termina por aburrir, a pesar que alguna vez llegué a creer como cierta, y con un aire que pretende ser solemne me dicen que si su relato no es tomado en serio o lo pongo en duda, son capaces de pedirle al rabbí Sholomo Klaztenstein, que oficia en la sinagoga de la calle Camargo que es la única en la que se les permite ingresar a decir sus oraciones, por que ellos a pesar de haber ejercido el comercio de la trata de blancas son hombres temerosos de Adona-i, jurar sobre los rollos de la Toráh, que Fanny Braverman era bellísima, y se había enamorado perdidamente de Felipe Schon, cuando él la conoció en una pequeña aldea perdida en la inmensidad de la llanura de la lejana Cracovia donde vivía, y que ella siguió enamorada de él a pesar de que este comenzó a explotarla el mismo barco cuando la traía hacia Buenos Aires, después de propinarle una paliza con el cinturón. Que esa tal Fanny Braverman sentía un amor lindante con la obsesión, que la carcomía por dentro cada vez que lo veía, cuando se acostaba con otros hombres o cuando estaba sola y la atormentaba una sensación de vacío...

...los memoriosos David Redson y Yehuda Raznosky, a medida que pasan las horas cada vez más borrachos, ganados definitivamente por la melancolía de lo que creen fue un tiempo mejor que paso para ellos, que ya no se volverá a repetir, se sienten asaltados por una catedral de recuerdos que se les presenta como un álbum de fotos ajadas por el tiempo y de color sepia que les quema el alma, me cuentan para que tome nota de la inutilidad de mi búsqueda, que Felipe Schon, había sido en su juventud uno de los rufianes más buenos mozos, de los que estaban al servicio la Sociedad Israelita de Socorros Mutuos Varsovia, que había comenzado sus actividades al servicio de ésta viajando por Europa recorriendo pueblos y aldeas miserables perdidas en la inmensidad de las llanuras de Cracovia, Lodz y Galitzia Oriental, con el fin de seducir y traer engañadas a humildes campesinas polacas, a veces un tanto rústicas y toscas pero útiles para trabajar con el cuerpo para entregar algo de placer frente a las urgencias de los hombres, pero que esa tal Fanny Braverman se diferenciaba del resto por la delicadeza de sus rasgos, ya que era poseedora de una belleza casi salvaje, en la que resaltaban los rasgos eslavos de sus ancestros, y el brillo claro de sus ojos celestes que en momentos de ira se transformaban en punzantes agujas de hielo casi blanco. Ellos no se cansan de repetir, que esta tal Fanny Braverman, fue incapaz de contener por medio de actos que emanan de la razón la furia de las pasiones desatadas en su cuerpo, de una terrible obsesión que le carcomía el alma y las entrañas con la fuerza incontrolable de una tempestad, que fue por esos sentimientos que hizo lo imposible para ganar para sí el amor de ese tal Felipe Schon, que no cejo en su cometido hasta que terminó por quebrarle la voluntad y capturarle el alma para siempre, que ese tal Felipe Schon, no era un rufián cualquiera, era un aventurero sin igual, que llego a tener treinta prostibulos y casi trescientas mujeres trabajando para él, de joven había sido apuesto, era atildado y afable en el trato, pero al mismo tiempo frío, calculador y capaz de construir un abismo de indiferencia con algún casual interlocutor, y que se llegó batir a tiros en cien tugurios de mala muerte defendiendo sus negocios.

Cuando me cuentan esta historia los memoriosos David Redson y Yehuda Raznosky cada vez más borrachos a medida que pasan las horas, ganados por la melancolía de los recuerdos de un tiempo que paso y que ellos creen nunca más volverá y son asaltados por una catedral de recuerdos que como un álbum de fotografía ajadas y sepias por el paso del tiempo, una catedral de recuerdos que los asola y les quema el alma, insisten con su idea que alguien alguna vez tendrá que escribir la historia de la vida de Felipe Schon, que había sido capaz de engañar a los padres de esa tal Fanny Braverman, con la promesa de un casamiento en Argentina según las estrictas normas que se desprenden del halach, que una vez embarcados comenzó a explotarla durante el viaje que los traía a Buenos Aires, pero que una vez en Buenos Aires como Fanny Braverman le gustaba por que carecía de los rasgos toscos de la mayoría de las miles de mujeres que lograron traer, terminó por comprarla para él mismo en un remate especial que se realizó en el local en el que se constituyó por primera vez la Sociedad Israelita de Socorros Mutuos Varsovia, uno que quedaba sobre la Avenida Mitre 452, cuando Avellaneda que ya se llamaba Avellaneda, aún era conocida por todos los vecinos como Barracas al Sud, muy cerca del riachuelo que ya en esa época era un brazo pestilente del río, a pocas cuadras del mercado de frutas; remate famoso de mujeres recién llegadas, si se puede decir que un remate con exhibición incluida de mujeres puede llamarse así, ya que cuentan las malas lenguas o los interesados en estos temas morbosos, que asistieron el mismísimo Juan Nicolás Ruggiero, - el hombre de reflejos rápidos a la hora de decir usar un revólver en defensa y representación de los intereses de don Alberto Barceló que administró y gobernó el pueblo desde 1909 como quiso durante muchos años y que no llegó a ser gobernador de la provincia por que se enfrentó con los poderosos ganaderos del interior y por que como dicen los que saben algo de esta historia toco los intereses de otros más poderosos que él -; dos Jueces Federales y varios Diputados Nacionales del Partido Demócrata Nacional, ya que el lote a rematar fue el mejor en años...

Sostienen además, siempre muy memoriosos David Redson y Yehuda Raznosky, cada vez más borrachos con el transcurrir de las horas, acodados sobre una mesa mugrienta de un bar de mala muerte al que impiadosamente llaman “El vómito”, que esta sobre la calle Piedras al 700, en los confines de los barrios de Catedral al Sud, que también llamaron en otros tiempos el barrio de tambor o el barrio del mondongo, y San Pedro González Telmo cerca del puerto de Santa María de los Buenos Ayres, ganados por la melancolía de un tiempo que pasó, que ellos creen es mejor que los actuales y que presienten nunca más han de volver, los asalta una catedral de recuerdos que como un álbum de fotografías sepias y ajadas por el paso del tiempo les quema el alma, que ese tal Felipe Schon también se había enamorado de Fanny Braverman pero que no podía decirle ni contarle nada de eso a ninguno de sus conocidos ya que amigos no tenía y hacerlo era dar una muestra de debilidad propia de un ser humano que no estaba dispuesto a pagar frente al resto de los socios de la Sociedad Israelita de Socorros Mutuos Varsovia con los que sólo se permitía tomar algún que otro vaso de ginebra o de kirsch polaco que le encantaba, que fue entonces a pesar de ello o quizás por eso mismo, decidió en soledad dejar de explotarla, es decir que dejara de trabajar y que no se acostase con otros hombre. Por eso primero la ubicó como portera en el burdel de la calle Junín al 300, para que lo tuviera informado de lo que pasaba y para que además amedrentara a las otras pupilas. Que como la imagen de esa tal Fanny Braverman no lo dejaba dormir tranquilo por las noches a pesar de las dos botellas de un raro y exquisito kirsch polaco, que se hacía traer en forma exclusiva, y que tomaba todos los días para poder conciliar el sueño, fue incapaz de contener la desesperación que le abrasaba el alma, los sentimientos encontrados tuvieron tanta fuerza que se sintió obligado a solicitarle al ribbī que oficiaba en la בית הכנסת, o sea la sinagoga , - palabra que traducida a nuestro idioma significa “lugar de reunión sagrado” para los que profesan la fe del pueblo de Abraham -, porque ellos que fundaron la Sociedad Israelita de Socorros Mutuos Varsovia, cuando el Embajador Polaco se quejó ante el Ministerio de Relaciones Exteriores por el uso del nombre Varsovia y frente a un posible escándalo político cambiaran el nombre de Varsovia por el Zwi Migdal, en honor a Luis Migdal, que había sido quien congrego en torno suyo a los primeros rufianes y se llamaban a si mismos el “Club de los 40” y que por un equívoco del lenguaje se puede oír como “La poderosa”, cuando ellos mismo eran un grupo poderoso que disputaba el manejo de los prostíbulos, no sólo de la Capital y del gran Buenos Aires sino los del resto del país, a la cofradía de los macró marselleses y a un muchacho italiano un tanto bruto que ahora es el jefe del negocio en Rosario que se llama Juan Galiffi al que todos llaman “Don Chicho Grande” y a su lugarteniente Alí Ben Amar de Sharpe al que llaman “Don Chicho Chico" que le cuida los intereses; pero ellos, como son hombres temeros de Adona-i, primero compraron unas parcelas de tierra frente al cementerio de Avellaneda para instalar un cementerio privado en el cual poder enterrar según los preceptos de la religión, que dice debe ser tierra virgen a sus socios, porque la mayoría de la colectividad no aceptaba que los enterraran en las parcelas que existían en el cementerio de la Chacarita de los Colegiales y en el de Liniers, con el tiempo y para demostrar aún más su poder adquirieron un lujoso petit hotel sobre la avenida Córdoba al 3200, para que allí funcionara la sede de la Sociedad Israelita de Socorros Mutuos Varsovia, para poder desarrollar vida social, fue entonces así que mandaron construir dentro de ese edificio una sinagoga propia, porque a pesar de que eran rufianes y los consideraban tneim con lo que ello implica, todos ellos eran hombres temerosos de Dios y por eso mismo decían que había que observar el Pacto de Israel.

Me dicen los memoriosos David Redson y Yehuda Raznosky cada vez más borrachos con el correr de las horas, y tengo que creerles, por que no ganan nada mintiéndome, que después de casarse con ella, la puso al frente de ese prostíbulo de lujo en Zárate, prostíbulo de lujo para que cuidase la inversión y los intereses de ambos, fue así que esa tal Fanny Braverman reinaba a placer y se caracterizaba no sólo por su avaricia, sino también por la crueldad en el trato con las pupilas.

Me contaron también los memoriosos David Redson y Yehuda Raznosky la noche que los conocí cuando aún te buscaba, cada vez más borrachos, ganados por la melancolía de los recuerdos de un tiempo que paso y que ellos creen fue mejor que el actual y que además no se ha de repetir, que si no les creo lo que me cuentan, son capaces a pesar de todo a jurar por sobre la Toráh de la sinagoga que está en la calle Camargo, donde el ribbī Sholomo Klazteinztein, a pesar de conocer que ellos en otros tiempos eran tmein y de todas las criticas y reproches que le hacen el resto de los fieles por que les permite entrar para decir la Shajarit, la oración matutina, leer la Parashá HaShavua y decir el resto de sus oraciones y conmemorar la sabbath, que después de los procedimientos que realizó el Juez Rodríguez Ocampo y el Comisario Alzogaray y de la causa que se instruyó contra los miembros de la Zwi Migdal y que la Mutual fuera disuelta por orden judicial, luego de un largo proceso, a pesar que algunos de los más importantes dirigente de la organización fueron juzgados y condenados, y que otros se fugaron al Brasil y al Uruguay, la gran mayoría siguió con sus negocios a la vista de todos, ya que estos eran muy lucrativos y generaban tantos dividendos que compraban conciencias, silencios y miradas indiscretas, de comisarios y jueces, por que en esa época don Elpidio González ya no era más Ministro del Interior, ni don Hipólito Irigoyen el Presidente de la Nación y en la Provincia gobernaban los conservadores, como Barceló y Ruggerito en Avellaneda, como don Luis Güerici en Zárate y don Sebastián Bracco en Tres Arroyos, que hacían de las suyas con total descaro, porque como supe después el dinero compra conciencias y mantiene el silencio de los que saben algo turbio.

Sé, que fueron tus ojos lo primero que vi cuando me desperté en esa cama en la que estaba y en la espalda todavía tres días después de que me pegaran el balazo en la espalda cuando nos desbandamos al tratar de tomar la comisaría, porque la mayoría de los que estaban comprometidos con el intento se había asustado y nos dejaron solos y sólo pudimos salir corriendo hacia la calle, hacia ningún lugar para salvar la vida...

...fue entonces cuando trataba de escaparme de aquel infierno en el que estaba metido, por imprudencia de algunos o por la traición de otros, que sentí un golpe seco en medio de la espalda casi sobre la columna y la cintura, un golpe que me helo el cuerpo y después me quemó por dentro, me dí cuenta entonces que me había alcanzado una bala, atontado por el golpe del plomo adentro del cuerpo y el dolor, se que me trastabillé y que luego caí sobre la vereda justo al lado de un árbol casi sobre la puerta del bar “El Águila”, tendido boca abajo sintiendo como un hilo de sangre se me escapaba entre los labios, y entre atontado creí oír a lo lejos una voz seca, aguardentosa y metálica que decía...

- Déjalo acá, a este infeliz hijo de puta, que después lo venimos a buscar, si es que sigue vivo.

...se hizo una especie de silencio, se me borró la vista y creo poder recordar el eco lejano de un montón de palabras que retumbaban en mí cabeza, palabras que no entendía, palabras que después supe eran hablabas en idishe.

Me enteré después, porque me contaste, que fue con hojas de papel de diario y con trozos de una barra de hielo con lo que lograron parar la hemorragia por la que se me escapaba la sangre y la vida, y me contó después esa Fanny Braverman y las otras mujeres que estaban allí cuando me traían una taza de caldo caliente, y por supuesto vos no estabas, porque las mirabas con una cara que asustabas, que cuando sintieron el tiroteo en la calle no salieron enseguida por temor a que alguna bala perdida le pegara en su rebote, y que después que escucharon gritar algo al comisario y ver como la policía se puso a perseguir a los que lograron huir, entre varias mujeres me entraron hasta esta piecita donde estoy ahora y me escondieron de la ira del comisario que me buscaba como enloquecido porque decía que un hombre medio muerto no pueda caminar solo, fue entonces entre estos relatos que me hiciste que me di cuenta que habías colgado del cuello con una cinta de color rojo una especie de cápsula de plata elegantemente repujada.

Que muchos años después supe que tenía adentro un pequeño trozo de pergamino elaborado con un trozo de cuero de cabra finísimo y que tenía escrito en el idioma en el que enseñan los maestros de la fe de tus padres y que en esa época no conocía, y que supe después que era hebreo. Supe muchos años después que esa cápsula es un talismán muy común entre los que profesan la fe de tus mayores, que su uso es antiquísimo y que lo llamaban mezuzah, que en su interior sobre el pergamino que debe cumplir una serie de preceptos muy rígidos contiene era una oración que empezada con la palabra אֲדֹנָי, que significa Adona-i, o sea el nombre permitido para nombrar a Dios.

Escuche decir con claridad:

- Pase señor, usted comprenderá, sabe lo que es esta casa, pero le quiero asegurar que es limpia y que su hijo lo estamos cuidando lo mejor que podemos, que por suerte me acorde de que el hielo y el papel de diario paran la hemorragia, así que primero le paramos la hemorragia que era muy fuerte y después pudimos traer al Doctor Estevarena que es muy discreto ya que atiende a las chicas que trabajan acá cuando se enferman y fue el Doctor Estevarena el que le hizo unas curaciones mejor que las nuestras, quisiera contarle que me dijo el Doctor Estevarena que la bala esta en la columna muy adentro entre dos vértebras cerca de la cintura y que no conviene que intentemos sacársela acá, porque esta alojada en un lugar muy delicado, muy cerca de la médula vio y que si quieren habría que operarlo, pero en una clínica particular ya que en el hospital hay que darle parte a la policía, que lo vino a buscar al ratito nomás del tiroteo, cuando ya habíamos alcanzado a entrarlo y pudimos esconderlo acá adentro en esta piecita medio secreta que ni el comisario conoce, a pesar que este viene dos veces por semana y no paga ni un peso, por que se agarró un metejón bárbaro con una de las chicas, una que lo volvió loco. No, por favor no se haga usted problema por la plata, lo importante me parece a mi es que su hijo primero se cure y podamos sacarlo de acá, usted sabe bien y tal vez mejor que yo que soy una mujer ahora vieja que llegué a esto por las vueltas de la vida, que no sé leer ni escribir y que todo lo que se lo aprendí lo hice en la calle, allí aprendí que la plata viene y va, no se haga ningún problema por la plata, de eso hablamos después, además como su hijo es radical yrigoyenista le vuelvo a repetir por la plata no se haga problema que nos vamos a entender, se nota con sólo mirarlo a él y ahora a usted mismo, que son personas de bien y que vamos a llegar a un acuerdo por digamos la estadía hospitalaria de su hijo, discúlpeme no presente mi nombre es Fanny Braverman yo soy polaca y nací en una aldea de Cracovia y como la mayoría de las estas chicas que están en este establecimiento trabajando con el cuerpo por que no sabemos hacer otra cosa y todas nosotras sabemos, - porque esto mismo lo vivimos antes una y mil veces -, lo que es tener problemas con la policía y con el ejército, sino dígamelo a mí que antes de que viniera a este país, mi país que primero era parte del Imperio Ruso y después pasó a serlo del Imperio Austro – Húngaro, el imperio que extendió durante mil años por la mitad de Europa y los Balcanes y que fuera gobernado por la muy cristiana Casa de Habsburgo, mi país que ahora después de la guerra se llama Polonia, como lo llamamos siempre nosotros y mire usted como estarán todos de locos ahí que me contó un amigo que vino hace unos meses que ahora hasta los curas están en el gobierno y nos persiguen como antes los rusos y después los austriacos sólo por ser judíos o por pensar distinto frente a tanta miseria. Por favor pase sin miedo, esta es a pesar de lo que pueda llegar a pensar es una casa decente, le repito que sólo somos unas cuantas mujeres poniendo el cuerpo para poder comer, por eso cuando vi los documentos de su hijo, las chicas y yo misma que no somos ningunas santas, que alguna vez frente a un hombre tan buen mozo hemos llegado a perder la cabeza pero que en el fondo ni ellas ni yo somos malas y que estamos acá por las vueltas de la vida, les ordene en forma muy precisa a todas las chicas, mejor dicho les prohibí a todas, que si bien no son malas son bastantes desfachatadas, que no lo molestaran a su hijo, y que si alguna se animaba tan sólo a jorobarlo la mandaba castigada a una casa que esta en Tres Arroyos y que antes de ahora supo ser de la Aschkenazum, una casa donde no se les tienen las contemplaciones que hay acá, así que no se haga problema ni tenga miedo de nada, que la única que está todo el tiempo con el hombre para cuidarlo, claro esta nada más, es una chica que se llama Malkeniu, que es una chica que vino de Lemberg hace poco tiempo y que es muy buenita, obediente y que lee libros en francés.

- Gracias señorita, es usted muy amable y discreta en dejarme hablar a solas con mi hijo,...usted comprende verdad tengo varias cosas que hablar con el a solas,… le agradezco tanto lo que está haciendo por mi hijo, voy a estarle eternamente agradecido,... ahora le voy a dejar unos pesos por el trabajo que le dio y que se está tomando al cuidar a mi hijo,... ¿Cómo que no?… ¿Qué no hace falta? … ¿Cuál es su nombre?,… ¿Malkeniu?,… ¿Muñeca?, que lindo nombre, raro para estas tierras. Esta bien, m´hijita no se apresure, no me tiene que dar ninguna explicación de nada, las explicaciones hay que darlas a un Juez si se ha cometido un delito y si se las piden, yo no soy Juez de nadie ni siquiera de mi propio hijo que además ya es todo un hombre, está bien después me cuenta tranquila, no insista no me tiene que decir ni contar nada, no es necesario que me de ninguna explicación de nada de lo que sucedió, yo no las necesito y no se la voy a pedir, como puede ver ya soy un hombre grande y entiendo lo que a veces dicen las personas sólo con mirarse y aunque no pronuncien palabra alguna, no se disculpe de nada la vida es así, es usted muy amable, le agradezco que nos deje sólo unos minutos y la verdad es que su belleza le hace honor a su nombre.

- Nicolás, cómo estas? Llegué hace un rato por que en Buenos Aires cuando nos avisaron estábamos muy preocupados por como estarías, no, no me digas nada, y por favor déjame hablar una vez a mi, para ver que hacemos, yo creo que esto es serio, no es una broma, que pensas hacer de tu vida, escribir para la revista “El Hogar” esos artículos tuyos sobre los gauchos y sumarte a cuanto intento revolucionario organice el radicalismo y ahora además este historia, este affaire con esa chica, esta Malkeniu, que te esta cuidando, por que si esa tal Fanny Braverman no se dio cuenta de a la aventura que tienen, una de dos: o es que esta muy vieja y medio ciega o es que no quiere ver lo que esta a ojos vista. Pero quiero que sepas algo y que te quede claro yo no soy nadie para juzgarte, no soy tonto, y veo las cosas como son a pesar de que alguna no me guste, soy como dicen ustedes los porteños un laburante que vino a esta tierra pobre como una laucha sin saber dos palabras en castellano cuando el puerto estaba aún a medio construir, por que en mi pueblo cuando me plante como un objetor de conciencia en forma de metáfora me contaron que este era el mejor lugar del mundo para empezar una vida nueva, por que acá la plata se juntaba se caía de los árboles y sólo había que juntarla de la calle y cuando llegue a estas tierras huyendo como muchos de estos polacos y de tantos otros del hambre y la miseria, de los progroms de la Europa del Este, de los que se atrevieron a cometer el crimen del pensamiento u objetaron desde la conciencia el orden establecido, yo que me saque la grande y como bien sabes no solo a modo de metáfora, volví a Tarbés la ciudad donde nací hace cincuenta y cuatro años, para buscar a mi hermana María Luisa que estaba encerrada junto a unos pocos locos en el viejo lazareto al que se llega por un sendero que nace en el cementerio donde descansan mis padres justo atrás de la iglesia que construyeron los Caballeros de la Orden del Temple en el siglo XI, y que a pesar de eso, digo de haberme sacado la grande todos los días me acuesto a la madrugada después de trabajar como buey, yo entiendo la vida de otra manera y me encuentro con que no sólo que te pegaron un tiro en la espalda y casi te matan durante una revolución fracasada que estaba vendida de ante mano, sino que además me entero que tenés un affaire con una puta que no tiene ni veinte años.

El delirio de la fiebre fue el que me hizo decir gracias papá, por venir a ver como estaba, ya lo puede ver por usted mismo estoy bien, y me estoy reponiendo gracias a que acá me están cuidando como pueden pero cuidando al fin, quisiera que sepa que cuando el tiro me tumbo sobre el empedrado pensé que me moría, por que sentía que la sangre no paraba de brotar con una fuerza inusitada, pero ahora se que todo sólo es una cuestión de días hasta que me termine de reponer, me pienso ir a Montevideo a lo de los primos para ver si en la clínica esa que esta sobre la 18 de julio pueden sacar la bala como me dijo el matasanos este de Estevarena que atiende a estas mujeres cuando están enfermas pero más que un médico es un veterinario, entonces tal vez consiga que Malkeniu me acompañe, yo se que usted me ha de entender, por que la vida tiene estas cosas. Mire usted, le voy a contar un infidencia por que creo que me habrá de entender, cuando recobre la lucidez me encontré entre la ropa este talismán al que ella llama mezuzah (מזוזה) con una cinta roja. Usted sabe que los judíos colocan ese talismán en el marco de la puerta de entrada de sus casas y ella lo trajo esperanzada desde Lemberg su pueblo natal sin saber que la estaban engañando unos los rufianes de la Zwi Migdal, que le prometieron una vida distinta en estas tierras, una vida como la que usted alguna vez soñó cuando la gabarra lo dejo con tan sólo un pequeño atado de ropa y sin dinero en el malecón de un puerto a medio construir en una ciudad que se remitía a despertar arrullada por los sones del oleaje sin fin de ese río inmenso de color león y bermellón. Una vida por la que se murió en el Chaco Paraguayo, allá donde la selva es una maraña impenetrable de árboles, arbustos y lianas donde nunca pasa ni un rayo de sol y la humedad todo lo moja como si fuera una lluvia finísima y quedaron perdidos para siempre en algún lugar de esos lugares los despojos y los huesos de mi bisabuelo el Capitán del Ejercito de Línea y oficial del Estado Mayor don Juan Morales que se murió en la inmensidad de la selva impenetrable del Chaco Paraguayo persiguiendo un sueño, que a su manera también quería y luchaba por un país distinto, como el que sueña y hace usted, o como el que a mi manera sueño y hago yo que escribo cuentos y leyendas de los gauchos y los pueblos originarios de estas tierras para la revista “El hogar” y que me sumé a esta revolución que fracasó convencido de lo que hacia y aunque pareciera que la han traicionado de ante mano creo en las cosas en las que me embarco y pongo en ellas toda la pasión que soy capaz de sacar desde lo más profundo de mis entrañas,… no se papá si soy lo suficientemente claro para que usted entienda lo que me pasa, pero estoy buscando mi destino, como antes lo hizo don Juan Morales, y después lo hizo usted, ahora es mi turno entonces encaro las oportunidades que me da la vida como mejor me parece, sabe que pasa papá, la vida es así, es dura y duele, nos castiga siempre con sombras y reproches aún cuando decimos la verdad a pesar de todo y de todos, es como decía su abuela de aquellos hombres que se reunían en el viejo convento de los curas dominicos ese que esta en la calle de Saint Jacob y del que tomaron el nombre que los inmortalizó Jacobinos, esos hombres feroces con el uso de las palabras que terminaron presos del peso de las mismas, esos hombres incorruptibles que tratamos de imitar como una parodia, los hombres siempre cometemos errores y no tenemos tiempo.

Cuando termine de decirle esto a mi padre un gran cansancio me abatió y me quede dormido, escuchando a lo lejos los ecos de la conversación que tenía con el doctor Estevarena sobre la bala, la columna, las vértebras y una operación en una clínica privada por el problema de la policía que aún me buscaba.

Cuando me desperté Malkeniu no estaba como siempre a mi lado, sentada en una silla enfrente sonreía sarcásticamente esa tal Fanny Braverman.

- Malkeniu no esta más pibe, se mando una flor de cagada cuando te escondió esa mezuzah con la cintita roja entre las ropas y cuando te leía el libro escrito por el conde Leopold von Sacher-Masoch “La Venus de las pieles” ..., sabes una cosa y es la única vez que lo voy a admitir en público, esta es la primera y tal vez la última vez que me equivoco con una pupila, pero que le voy hacer alguna vez me tenía que pasar, es como dicen acá..., hasta al más pintado se le escapa la liebre...

…y se reía a carcajadas.

Juro que la insulté, y que como pude me levanté y empecé a vestirme, porque no solo me dolía el tiro que me habían pegado en la espalda sino que me dolía el alma y la ausencia de Malkeniu.

Salía a la calle justo cuando bajando de su auto entraba el comisario y sin llegar a reconocerme me decía divertido:

- A la flauta pibe, que viava te pego la puta que te agarró,... tenés una cara,... pareces más muerto que vivo,... si hasta parece que te hubieran pegado un tiro...
- y lo escuchaba reirse a carcajadas mientras entraba en el bar.

Los eternos memoriosos Redson y Raznosky siempre medio borrachos a la noche y abrumados por la melancolía de un tiempo que ya transcurrió, una noche lluviosa cuando la melancolía es más densa se animaron a contarme que a Malkeniu no la mandaron al lupanar de castigo de Tres Arroyos que esta regenteado por los bukavinos de la Ashkenazum, sino que se escapó esa misma noche que Fanny descubrió nuestra aventura, dejándome una nota en la que por medio de una grafía un tanto infantil y un trazo tembloroso que demostraba miedo, solamente decía:

- Para que jamás me olvides. Tu Malkeniu

Ellos, siempre medio borrachos y melancólicos, se animan a decir que son capaces si se lo piden, a jurar sobre la Toráh de alguna sinagoga donde los dejen entrar porque todavía la mayoría de los fieles los señala como tneim, que Malkeniu empezó otra vida por la zona de Santiago del Estero.

Yo sé que esa no es la verdad, si es que la verdad existe, pero aún así he ido dos o tres veces a buscarla por Santiago del Estero, en Monte Quemado, en Quitipili, en Palo Alto, en Añatuya y en cien caseríos a los que se llega por caminos de tierra donde uno se termina ahogando en medio de nubes de tierra seca, siempre tratando de encontrarla, aunque en realidad sabía que estaba buscando a un fantasma.

Juro, que a los memoriosos Redson y Raznosky que siempre están recordando tiempos pasados ganados por la melancolía y medios borrachos, nunca les creí porque eran, mejor dicho sé que son dos mitómanos crónicos, a pesar de lo que algunas verdades me contaron, también enloquecido por su ausencia la busque en un lupanar horrible que hay en Tres Arroyos y que funciona atrás del bar del Pepe, que esta dos cuadras del Centro de Salud Materno- Infantil y que ahora regentea un puntero conservador, ladrón, invertido, alcahuete del comisario de policía del pueblo y siempre diligente para cumplir con cualquiera de las ordenes que le pueda dar don Sebastián Bracco intendente del pueblo por la gracia de Dios y del Partido Demócrata Nacional, - por más estrafalarias que estan puedan ser porque él es el patrón-, perverso a la hora de explotar a las pupilas y dueño de una personalidad propia de un psicópata, si de castigar la más mínima falta que cometiese alguna de ellas, y que se había hecho cargo del comercio después de arrebatarle el lugar a los de la Aschkenazum, cuando empezaron los juicios penales iniciados por el Dr. Rodríguez Ocampo a los miembros de la Zwi Migdal, que fueron una parodia en capítulos sensacionalista y de maracados ribetes antisemitas montados desde “La Fronda” y “Critica” para desprestigiar y socavar el gobierno de Yrigoyen y para que las personas de bien tuvieran de que hablar, porque el negocio siguio y lo continuaron mejor que antes pero ahora lo manejaban por los punteros de los intendentes conservadores, que se quedaron con el negocio, después de varios tiroteos y unos cadáveres tendidos en medio de la calle de los pocos rusos y bukevinos de la Aschakenazum que se resistieron como pudieron.

Durante todos estos viajes no conseguí saber nada de ella, la suerte me había abandonado para siempre y ya no me tocaba con su vara, a Malkeniu no la encontré nunca más.

Juro que la busque en Santiago del Estero, en Zárate, en muchos de los de Avellaneda y en cien lugares más.

Juro que nunca me olvide de ella, del color de sus ojos, de su pelo ensortijado color berenjena, ni de la tersura de su piel, ni del olor de su cuerpo, y que esa mezuzah y la cinta roja que me regaló cuando pensaba que me podía morir en cualquier momento, y sentada en una silla Thonet para matar el paso de las horas leía en silencio “La Venus de las pieles” el libro escrito por el conde Leopold von Sacher-Masoch mientras pretendias esconder por pudor la punta de sus dedos manchados de rojo por el uso de permanganato de potasio.

Quiero que sepas Malkeniu de mi vida que esa mezuzah y la cinta roja, la habré de conservar en el bolsillo del saco de mi traje hasta el día de mi muerte.

No hay comentarios.: