sábado, 6 de enero de 2007

La fiebre y el sueño


La fiebre y el sueño

Me llamo Juan Morales, soy Capitán del Ejército de Línea de la Nación, y gracias a la amistad que une a Máximo y José Bedoya mis amigos y muy pronto mis cuñados, con don Julio Argentino Roca, que sabe que este no es su tiempo, sino el Mitre, sido designado Oficial del Estado Mayor, en esta campaña que empieza, para poner un límite a lo extraños experimentos industriales y militares que practica y ensaya don Francisco Solano López.

Nací, en el año de 1837, en algún lugar remoto de la provincia de Corrientes, en la misma tierra donde nació don José de San Martín.

Según me contaron las indias que me criaron y me amamantaron con la leche de sus tetas, el que hoy llamamos "Padre de la Patria", era hijo natural de su Excelencia el Señor Brigadier General de la Armada Real de España Don Diego de Alvear y Ponce de León,  y de una muy joven india,  una fámula para las labores domésticas de los enormes barracones, que conformaban las misiones, y que se llamaba Rosa Guarú.

Contaban las indias, que Rosa crió al niño en el humilde rancho donde vivía, - casi una tapera -, de adobe y paja, en los confines de la aldea de Yapeyú, hasta que el niño fue adoptado y criado por una familia española, formada por el señor Teniente Gobernador del Departamento de Yapeyú, y Capitán del Ejercito Español don Juan de San Martín y Gómez,  y su esposa la señora doña Gregoria Matorras del Ser.

Ellos bautizaron como hijo propio al pequeño, - con la benevolente ayuda del cura párroco -,    bajo el nombre de Juan Francisco de San Martín y Matorras del Ser.

Supe toda esta historia, no sólo del relato de las indias; una tarde de calor agobiante, escuche de boca de la mismísima Doña María Joaquina de Alvear y Sáenz de Quintanilla, que era nieta de su Excelencia don Diego de Alvear, e hija del Señor General Don Carlos  Antonio del Santo Ángel Guardián de Alvear y Balbastro, quién como es sabido al morir su madre acoplo el nombre de ésta al suyo pasando a ser llamado don Carlos María de Alvear.

También sé, que en abril de 1795, el ·"Consejo Supremo de la Francmasonería Primitiva", luego de una larga tenida secreta de su logia operativa, le impuso a varios hermanos una tarea cíclope. Los comisionó a levantar columnas, para cobijaran a los que refugiados en varios reinos de Europa vivían las penurias de esa suerte de diáspora, Un amplio grupo humano que, obligado a renunciar a sus pertenencias, vagaba disperso y sin rumbo desde San Petersburgo hasta los Pirinéos  vagaba dispersos y sin un rumbo fijo, luego de tener que abandonar su lugar de orígen. Hermanos oriundos de casi todas las colonias españolas establecidas en América desde California hasta La Florida en el norte y de allí  hasta los confines de la tierra en el Estrecho de Magallanes al sur;  y desde el estuario del Río de la Plata hasta el inmenso  y oscuro Océano Pacífico.

Levantaron las columnas encomendadas, constituyeron al abrigo y auxilio de la "Gran Logia Madre del Rito Primitivo", una legía operativa, a la bautizaron "Gran Logia Hispano - Americana", a inspiración y propuesta del Señor General Don Sebastián Francisco de Miranda Rodríguez; que tenía en mente un sueño emancipador para estos territorios, prisionero de los planes que elaboraban de dìa, despertaba en mitad de la noche, empapado en sudor, con un extraño crujir de los  dientes, cautivo de un sueño utópico; deseaba unir las voluntades y los esfuerzos que todos aquellos que anhelaban emanciparse del yugo del Imperio que habían construido las Coronas unificadas de Castilla y Aragón, bajo la Casa de los Habsburgo primero,  y la Casa de los  Borbón después.

Estas posesiones de la corona eran tan vastos, había en ellas tanta riquezas, metales preciosos oro y plata, una gran variedad de alimentos,  que dicen aquellos que alguna vez explican los actos de los hombres que construyen la historia, que el Emperador Carlos V, se ufanó de sus dominios, diciendo a quienes se atrevieron a escucharlo,  que en sus dominios el sol nunca se ponía.

El  Imperio que estas Casa Reales construyeron férreamente,  imponiendo un yugo brutal y feroz; violento y despiadado, cruel e inhumano con sus los habitantes, el sistema de las mitas y las encomiendas, normas comerciales internas que regulaban el comercio local entre Virreinatos, un  sistema de impuestos aduaneros internos y externos, tributos sobre todo lo que se producía,  y gabelas aduaneras a los productos originarios de la metrópolis o de otros reinos; tanto españoles como criollos sufrían constantemente los caprichos de los distintos virreyes y sus cortes de adulones, sumado todo esto a una la rígida moral impuesta a sangre y fuego por la Santa Madre Iglesia Católica Apostólica del Rito Romano; a través de brazo armado el Tribunal de la Santa Inquisición y del Santo Oficio; sin contar los excesos constantes de los miembros de acantonados del Ejército y de su Armada Real.

Tanta arbitrariedad impune, causo tanto dolor y tanto odio entre la población de españoles dedicados al comercio y la explotación de ganado, como entre los criollos, que algunos años después, muchos de los mejores de esos hombres que habían sido formados militarmente como oficiales terminarían conspirando, contra los funcionarios virreinales de la Casa de los Borbones, con las mismas armas que les habían dado para la defensa de sus posesiones.

Por eso en 1795, en París, hermanos de distintas Logias Operativas, crearon tres Logias;  la Nº 1 llamada "Lautaro" que se ocuparía de los asuntos del Río de la Plata y de toda la costa Atlántica, la Nº 2  o de los "Caballeros Racionales" atendería los asuntos de la costa del Pacífico y la Nº 3 a la que  denominaron  "Unidad Americana", para ocuparse  de lo concerniente a Centro América. Que al poco tiempo se trasladaron a Londres, donde el señor general Don Sebastían Francisco de Miranda Rodríguez fundó "La Gran Logia Reunión Americana".
Poco tiempo después, los miembros de  todas ellas conspiraban abiertamente contra la Casa de Borbón.

Esto me lo contó una tarde de calor doña Joaquina, a la que acusan de loca y eretónoma, que cuando habla del "Padre Fundador de la Patria" lo llamaba “tatita”, aunque se decía también,  que a muchos influyentes, esta historia les molestaba, entonces la negaban, porque se habían propuesto escribir otra historia de nuestra patria, una historia basada en los valores de la Iglesia Católica Apostólica del Rito  Romano, donde los próceres que forjaron la Patria, eran impolutos, nunca pecaban y no había ninguna mácula infamante que ocultar a sus descendientes ...

- Que tipo duro,  Juan Morales, ahora entiendo mejor algunas cosas ...

Eso dicen, que alguna vez dijo, refiriéndose a mi, el coronel Don Máximo José Bedoya, después de una pela con un gaucho en el patio de un café cerca del callejón de los suspiros..

...y ese coronel Don Máximo José Bedoya, será con los años, no sólo mi amigo y compadre sino también mi cuñado, y tal como yo ahora, andará por mil lugares distintos de este inmenso territorio que forma nuestra Patria...

Por más que indago en todos los pliegues y los intersticios de mi memoria, no tengo recuerdo alguno de mis padres, ... tan sólo me acompaña el lejano recuerdo del resplandor de unos ojos azules, más azules que el mismo cielo, y que supongo serian  los de mi madre, a la que recuerdo vi llorar con desesperación ...

... en las noches de mucho calor, cuando el sueño se hace pesado, y me asaltan los recuerdos,  que me asedian de una manera cruel, veo las espectrales imágenes lánguidas, un tanto lúgubres de los señores curas que me educaron en el arte de la lectura y la escritura de lengua castellana para escribir y el latín para elevar plegarias a Dios, en las destrezas de las sumas y las restas de los números que inventaron los árabes, para facilitar los negocios entre los hombres,  y en las prácticas de los oficios del rito de la santa misa , que como una ofrenda a Dios Nuestro Señor que Reina en los Cielos, nosotros pobres mortales, sabedores de nuestra finitud, le ofrecemos como un acto tendiente a la salvación de nuestras almas, que traen la mácula del pecado original, sacerdotes con una gran carga de maldad, que a la más mínima falta que cometiéramos  con una regla cuadrada nos pegaban sobre los nudillos de los dedos de las manos, o nos hacían arrodillar sobre granos de maíz, rezando dos rosarios completos como mínimo, caminando de rodillas sobre los granos, o porque la cama estaba mal tendida, o la camisa no había quedado bien blanca cuando la lavamos, cuando la fila no estaba bien derecha a la hora de formar antes de entrar a las clases y mil cosas más, todas arbitrarias ….

....y un día, abandoné para siempre la misión,  tome las  armas y ahora soy uno más de los miles de hombres que vamos a regar con nuestra sangre la tierra donde nacimos y donde vivimos, sin pedir perdón ni misericordia, ya que sabemos que habremos de morir de la misma manera que hemos vividos,  matando sin remordimiento para sobrevivir...

...entonces cada tanto,... cuando te sea  posible hablar,... salí a sostener públicamente y a viva voz para que todos te puedan escuchar...., sin que el miedo se apodere de vos y cierre tu garganta impidiéndote hablar,.... sin experimentar ninguna sensación del miedo que antes se apoderaba de tu ser pensando cual sería el castigo que nos imponían, los señores curas; .... de los tantos castigos corporales que sufriste y de muchas de las marcas lacerantes que tenes grabadas sobre tu cuerpo y son mudas muestras de lo que son capaces  .....y no sientas arrepentimiento alguno por las cosas que hiciste y por las que ellos te castigaron,.... anímate a  jurar sobre Biblia, ....  que estos santos y piadosos hombres, cancerberos de la pureza del dogma y el rito, celosos guardianes del culto divino,..  que  fue creado cuando nació la Iglesia misma, durante los primeros tiempos cuando esa liturgia se desarrollada, en la semi penumbra  de las siempre húmeda de las catacumbas, ... .esos túneles subterráneos, cavados en las entrañas de la Roma Imperial,.....imperecederamente húmedos por el lento y constante fluir de aguas servidas,  .... donde  el conjunto de ritos y ceremonias con las que tributaban  homenaje de respeto y amor a Dios, a la Virgen, a los ángeles, a los santos, los mártires y a los beatos, esos primeros cristianos;....esos primeros cultores  se refugiaban  allí, .... no solo para  llevar a cabo sus ritos, ... sino para escapar de la ira que desataban sobre ellos, los devotos de los cultos paganos que se practicaban en la antigua Roma,.... y cuando ese culto dejo de ser prohibido y paso a ser el culto oficial del Estado Romano,.... los hombres que servían a  Dios Nuestro Señor, esos celosos custodios de la fé, cancerberos del rito, propaladores de un mensaje de amor,...   desataron auténticas matanzas contra quienes practicaban otros cultos,..... sabelo, y decilo siempre, .... los curas son todos unos auténticos hijos de puta, .....y  no lo dudes, ...son malvados y perversos, ....cuestionan moralmente todo lo que hacemos y sancionan todas nuestras debilidades carnales, .... en tanto ellos pueden satisfacer  sus urgencias humanas, sin sentir remordimiento alguno.....y señores curas, a la hora de la siesta y cuando el sopor parece que asfixiara, ....furtivos cual espectros, ... atraviesan el refectorio donde se almuerza y se introducen en las celdas de las monjitas del convento........

Eso fue lo que me dijo el día que lo conocí don Máximo José Bedoya, que con los años llegará a ser mi cuñado y yo recorde que eso pasaba en las misiones.

Cuando tomé consciencia de ello, abandone para siempre esa casa consagrada al rito sagrado de Dios, porque me hastié de los humanos abusos terrenales que esos hombres destinados a ser fieles y devotos servidores de Dios, celosos cancerberos del dogma, del rito y de las observancia que debíamos cumplir para no ser consumido en los fuegos eternos del averno,... mientras ellos acá en nuestra tierra se permitían hacer todo lo contrario. Por eso  me decidí brindar mis servicios como hombre a una causa bien distinta, más humana y terrenal,  la causa de la Patria en las filas del ejercito de línea, como también lo hace resto de mi familia....

...son unos hijos de puta que se cansaron de cogerse a todas las indias que quisieron, a cuanta monja se les cruza en el camino, o a alguna joven que se confiesa ante ellos de sus pecados,.....  cuando lo necesitan y después las castigaban con oraciones, ...o mejor dicho es al revés, primero las castigaban moralmente por cualquier falta y después se las cogían para saciar sus humanas necesidades, por que son tan humanos como nosotros...

Desde que tome la decisión de tomar las armas para defender la Patria,  he peleado en cien combates,  y eso es razón suficiente para que crea que mi vida, y la del resto de los hombres y las mujeres que forman mi familia, son junto a la Patria,  una sola cosa.
He logrado fundar una familia con Demetria Bedoya y se que mis hijos y los hijos de los suyos, es decir mis descendientes amaran y odiaran con toda la fuerza de su alma como lo hago yo ahora, como lo he hecho desde siempre aunque antes no lo sabía y buscarán ser y serán y querrán saber y sabrán...

Recuerdo, que todo esto me dijo el día que lo conocí, - una tarde en patio de un almacén y pulpería, en el callejón de los suspiros, en  del barrio de Montserrat, el barrio del tambor,  mientras  tomabamos una ginebra  después de haberme peleado con un gaucho, don Máximo José Bedoya, un coronel del Ejèrcito de Línea.

La noche,  cae ahora, en la inmensidad del chaco paraguayo, envuelta en una pesada bruma cargada de humedad, que todo lo asfixia, hundiendo todo, en el fango oscuro del piso de  este pequeño hospital de campaña, creando un ambiente fantasmal........algunos gimen de dolor, otros deliran por la fiebre, todos agonizan, todos saben que la hora que pondrá fin a sus días se acerca inexorablemente....
...soñé, no sé bien si fue hace un rato o hace muchos días atrás, porque esta fiebre que me abrasa el cuerpo y después siento un frío hasta el centro de los huesos, que me hace perder toda noción del tiempo, o por la ginebra o la poca quinina y los remedios que siempre escasean, que en medio de un paraje yerto había unos seres plateados que bailaban al son de extraños acordes, dentro de círculos concéntricos de fuego, mientras proferían gritos desgarradores, y entonces comprendí....

....las horas devienen lentas como la misma eternidad y el silencio espectral que nos rodea y que solo precede la llegada de la muerte es roto solo de a ratos por los acordes melancólicos y tristes que dan cuenta de la soledad, el recuerdo de una mujer y los hijos y el abandono que se siente cuando suena alguna guitarra y un bombo legüelo que pretenden mitigar el dolor de los heridos que saben que mas temprano que tarde la muerte llegará para ellos,y  para todos  nosotros .

En estos momentos,  el silencio esta tan presente en mi,  como la vida que me abandona poco a poco, pero que no se la quiero hacer fácil,  a esas deidades que los griegos llamaron las Moiras: Ellas se llamaban Cloto,  Láquesis, y Átropos, eras tres viejas vestidas con túnicas blancas que hilan, devanan y cortan el hilo de la vida de un hombre,  las Moiras tendrán un poco de trabajo conmigo,.....  sé que de a ratos me quiebro,  cuando una avalancha de palabras proferidas en medio del delirio causado por esta fiebre que me abrasa el cuerpo o lo que me queda de él,.... por qué hace días que no siento las piernas, .... hace días que no puedo contenerme y me orino encima sin darme cuenta,.....ahora  hay momentos en los cuales me asustan los ecos de los rugidos de las alimañas que se sienten a lo lejos,.... en medio de esa densa maraña de árboles, matorrales y bejucos, por donde nunca se filtra ni un solo rayo de sol, donde quedamos atrapados,  quizás para siempre,.... persiguiendo los restos de un ejército fantasmagórico de viejos, mujeres y niños,  en una retirada casi frenética hacia el norte, donde la selva es aún más impenetrable, hacia ninguna parte, ...una larga fila silenciosa  que acompaña y defiende, en esta huida, ... entre senderos de esta selva impenetrable, a un hombre ahora luce sombrío y abrumado por el peso de la derrota, abatido por la traición de sus hermanos y de los muchos que integraron un círculo íntimo de aduladores, .... ese hombre   es el general Don Francisco Solano López,... a  su lado una hermosa mujer pelirroja de ojos color verde como el de las esmeraldas,,,, una mujer de extrañas costumbres, que habla en francés o en guaraní casi en forma indistinta, y maldice  siempre en gaélico. Una mujer que brillaba como un sol en los salones más lujosos de París,  y desde el día que conoció a ese hombre se quedó para siempre a su lado, ...una mujer extraña para las costumbres pueblerinas y casi pirmitivas que se practicaban en el Paraguay, que  soportó la presencia de otras amantes que tenía su hombre,.... entre ellas una llamada Burgos que era su preferida,  que estoicamente soporto el desprecio de doña Juana Pabla Carrillo de López la madre del general,..... esa mujer que le dio siete hijos que también están ahora a su lado,  sin embargo, a pesar de que su sol se apagaba decidió no abandonarlo, tomar el tesoro del país y huir hacia Inglaterra junto a  sus hijos como se lo propuso el embajador inglés,  y  se mantuvo a u lado hasta el día de lo asesinaron a lanzazos unos macacos al servicio del Marqués Êu.

Trato de reponerme con un trago de ginebra,  porque la morfina no me calma los dolores del lanzazo que ingresó por la ingle y abrió mis carnes hasta muy adentro , y la quinina es inútil para apagar la fiebre; y aunque la  ginebra no sierva para calmar el dolor, el alcohol me atonta tun poco más,  solo recuerdo el rostro de Demetria que de Corrientes bajo a Buenos Aires donde los amigos la han de proteger en mi ausencia y la han de cuidar mejor que si se quedaba allá,  y ese gesto que pretendió ser de alegre despedida en medio de la adversidad que nos tocaba vivir,.....ahora comprendo que sabía que nunca más nos veríamos
.
Por eso quisiera desde lo más profundo de mi alma, poder juntar por tan solo un instante en mi puño todas las fuerzas que anidan en el universo, cosas que alguna vez los curas me enseñaron que era infinito, para que nuestro pequeño hijo Maximiliano a quien no conozco y nunca veré este tan sano como me cuenta en su última carta,  y que Dios, -  si en realidad existe como predican y me dijeron hace tanto tiempo -, esos hombres que dicen estar a su  servicio - , y  que me azotaban a la más mínima falta, cuando me enseñaron a rezar,  leer y escribir,  en castellano para comunicarse con los hombre y en latín para alabar y decir las novenas a Dios; que me enseñaron a sumar y restar para hacer negocios con otros hombres,  recen una misa para pedir a Dios,  le brinde a Ud la salud que ahora,  a mi me abandona para siempre.

Me cuesta mucho pensar en las cosas que quiero contarle en esta carta porque el dolor del lanzazo en la ingle me llega desde el tobillo y la punta de los pies, hasta el centro mismo de la cabeza, y se que se acerca inexorablemente la hora en la Àtropos ha de cortar el hilo de mi vida, porque me orino sobre el catre casi sin darme cuenta, porque perdí la sensibilidad de las manos y siento como un lento fuego lacerante me consume poco a poco,  y de a ratos siento como frío que me llega hasta el centro de los huesos,  y no me abandona durante horas;  y si bien,  el buen cirujano Golfarini  paso hace un rato y  me dijo que en unos días voy a volver a caminar, como si nada me hubiera pasado y me dará de alta, yo se que me estuvo mintiendo, para darme animo porque me estoy muriendo, porque mis huesos, mis entrañas y estos  despojos de lo que alguna vez fue mi cuerpo,  quedaran aquí para siempre, en medio de este exótico paraje que es el chaco paraguayo bajo un montículo de tierra colorada y pantanosa, sin lápida, ni cruz, ni marca alguna que lo señale en medio de esta impenetrable maraña de árboles, arbustos y lianas donde no se filtra nunca ni un rayo de sol.

Porque el dolor que siento por el lanzazo de esa caña tacuara que se me incrustó en la ingle me duele más que aquella bala perdida,  que se me atravesó en la batalla por Buenos Aires en medio del pecho una tarde lluviosa,  y cuando todos me daban por muerto empezando por ese matasanos que apenas balbuceaba cocoliche y que era incapaz de  parar la hemorragia que brotaba a borbotones,  cuando casi todos en voz baja decían que se escapaba la vida; todos menos yo mismo que le dije a ese médico y vociferaba con todas las fuerzas de mi alma a todos los que me quisieran oírme,  que ese día no me iba a morir allí, que la vida no me iba a abandonar no ese día, que yo habría de seguir viviendo, porque nadie se muere antes de la víspera, por que recién la había conocido a Ud. Demetria y a pesar de ello ya la amaba con todas las fuerzas de mi alma , desesperadamente y no podía ni quería, abandonar esta tierra sin haberla tenido en mis brazos y besarla despacio para vencer poco a poco sus miedos y también los míos y llegar a amarla con todas las fuerzas de mi alma, con furia, con desesperación y con ternura, para llegar a los dulces secretos que se esconden en lo más profundo y oscuro de su vientre claro y encontrar la continuidad de mi ser dentro de él, gracias a los fluidos del ser y la sangre blanca que traen la vida y la roja  que pesan más que el agua, en ese único y sublime acto de amor entre una mujer y un hombre, como lo hicimos después y logramos que el universo gira entera a nuestros pies....

....acompañado por una enorme catedral de recuerdos que me invaden sin ton ni son y me hacen sentir su presencia durante todos los minutos de todas las horas de todos los días que estoy aquí postrado y sobre los que perdí la cuenta, no paro de pensar en Ud. en nuestro hijo y en el futuro de ambos, en esta soledad inconmensurable que duele en el alma, mientras sigo postrado aquí en este hospital de sangre perdido en la inconmensurable espesura de esta selva enmarañada de árboles, arbustos, matorrales y lianas del chaco paraguayo por donde se filtra ni un rayo de sol y la humedad lo empapa todo aunque no llueva y que esta salpicada en desmontes abiertos por la mano del hombre observamos atónitos y sorprendidos los restos de extrañas factorías militares destruidas por ellos mismos, cuando los derrotamos y  antes de emprender la huida hacia el norte,  donde la selva es más espesa...

... huyen hacia el norte donde la selva es más impenetrable,   más densa donde no se filtran los  rayos del sol,  los restos ahora lastimosos de lo que otrora fue un ejército imponente, López formado en École Spéciale Militaire de Saint-Cyr,  adiestrado por oficiales instructores franceses e ingleses, dotados de armamento construido  en sus propias armerías, con municiones elaborados por ellos mismos gracias al concurso de armeros norteamericanos alemanes y austriacos, en sus propias factorias,… que ahora solo tratan de sobrevivir, son solo ancianos, mujeres y niños los que acompañan en medio de un silencio sepulcral a ese hombre abatido por el peso de una derrota que sabe es irreversible, que ensimismado y dolorido por la traición de sus familia de sangre y de los que habían jurado ser sus leales hasta la muerte, esos que se habían enriquecido a costa suyo gracias a sus favores,  aún a pesar de ser consiente de esa realidad resiste a entregarse a un enemigo cien veces superior, porque que no le perdonan haber abrigado un sueño antes de ahora, que no era el sueño extraviado de un loco ávido de poder, sino que era la materialización de idea de construir una Nación independiente, supo trasmitir su deseo de  modo tal que este se había hecho carne en su pueblo, que lo acompaña en su ocaso y en su derrota, de la misma manera que lo acompañó antes durante su esplendor,...

.... ese hombre  sabe que su sueño y su deseo construido con las fuerzas dormidas y ocultas que logro arrancar de las entrañas de los mismos que lo siguen y veneran como un dios, es el de todos ellos y nuestra envidia...

...no sé todavía bien, como llegue a caminar tranquilo al comienzo de la guerra por caseríos pequeños y bajos, todos iguales, todos abandonados antes de que encontrásemos en ellos, blancos como la leche, con los techos de paja seca por los rayos de un sol abrasador y que parece que se los tragase la tierra apenas uno dio vuelta la espala,  tomo el sendero y adentro en la selva, y al mirar a los pocos viejos que aún se quedan allí – por que solo eso encontramos a nuestro paso-, ya que los otros a hora son un ejercito fantasmagórico de mujeres, ancianos y niños que huye siempre hacia el norte, allí donde la selva es aún más densa e impenetrable, hacia la nada y que atraviesa el río donde puede vadearlo a paso de hombre y donde las carretas con los pocos pertrechos se entierran hasta los ejes en un barro denso por el peso que transportan, engañando a sus perseguidores y a la escuadra imperial brasilera que no puede acercarsele, escapándose al norte para sobrevivir entre una selva impenetrable, dejando tras de si sólo a los más viejos que no pueden acompañarlo y sólo vemos eso, viejos postrados que nos miran con la indiferencia y el odio ancestral que nace en lo profundo de la sangre y que pesa más que el agua y que están deparados ellos para el invasor victorioso.

Y recordar que era, ese mismo sentimiento el que vi nacer, en silencio desde lo más profundo de los ojos celestes de mi madre aquel día de febrero, de hace ya tantos años, proferido al Ejército Imperial del Brasil que entró en Buenos Aires como invasor victorioso apoyando al General don Justo José de Urquiza y a los unitarios que lo acompañan como muestra de su odio más profundo y la venganza con la que soñaron durante más de quince años, un ejército extranjero que se vengaba a su vez de Ituzaingó, un ejército que con estandartes y morriones empenachados impuso su lógica y su ley que no era otra que la del vencedor, fusilando sin piedad después de una parodia de juicios a su adversarios derrotados, cobrando tributos de guerra, dejando en la miseria a los vencidos en Caseros, ahorcando en el hueco de la iglesia de la Inmaculada Concepción o sea la Plaza de la Independencia, a don Antonio Alén el padre de mi amigo Leandro, el abuelo de ese chiquilin que casi nunca habla, que desde siempre ayudo uno a uno a sus vecinos y que se llama Hipólito Irigoyen.

Por eso, al recordar ese hecho, entiendo a estas gentes y el odio en sus miradas cargadas a la vez de maldiciones.

Cuando salimos de lo que alguna vez fue Asunción después de los bombardeos de la escuadra brasilera y cien combates, persiguiendo a ese ejercito fantasmagórico de niños, mujeres y ancianos harapientos, comencé a entender el odio profundo que estas gentes sentían hacia nosotros, y la razón de su huida desesperada hacia el norte, hacia ninguna parte, hacia la vida, por medio de la selva impenetrable y enmarañada de árboles, matorrales y lianas, por donde nunca se filtra ni un rayo de sol, siguiendo los designios del hombre ahora abatido y apesadumbrado por el peso de la derrota del sueño que soñó, un sueño inacabado como el destino que logro que su propio sueño sea el de todo ellos, que lo acompañan y lo veneran en silencio como solo se venera a un dios y que se han conjurado defender con su propia vida, ya que sin saberlo repiten la historia de hace ciento y pico de años, cuando defendieron con su propia vida, las vidas de un puñado de curas jesuitas que vivían en las misiones del Paraguay, que les enseñaron a cultivar la tierra, criar ganado, tallar imágenes sacras, el arte de la luthería y la ejecución de la música.

... y recuerdo, en los poco momentos de lucidez que tengo, por que la fiebre me devasta poco a poco, y siento que la vida se me escapa de entre las manos como el agua entre los dedos, durante esta desesperada carrera hacia el norte, al corazón mismo de la selva impenetrable y enmarañada de árboles, arbustos y lianas donde no se filtra ni un rayo de sol y los senderos que abrimos a golpes de machetes de vuelven a cerrar sobre sí después de cada paso y la humedad y la bruma es como una fina llovizna que nos tiene todo el tiempo empapados hasta el mismo frió de los huesos, el azul profundo de tus ojos y el perfume de pelo color azabache; y creo que me estoy volviendo loco por que los machetes y los sables se nos desafilan al rato de haberlos afilado para abrirnos paso en medio de esta selva impenetrable y enmarañada de árboles, arbustos y lianas que no dejan pasar ni un solo rayo de sol; porque no sé porque estoy acá ahora, ya que el silencio espectral que nos rodea de día y de noche, silencio despectivo y aterrador, impuesto por los poquísimos ancianos que al no poder esconderse o huir, están sentados sobre la tierra en la puerta de los ranchos o apoyados sobre las paredes y nos miran pasar en medio de un silencio que nos aturde, mientras sentimos y sabemos que aquí cerca, están los otros, los restos fantasmagóricos de un ejercito derrotado ahora compuesto por mujeres, ancianos y niños dispuestos a matar o morir, agazapados en la espesura de una selva enmarañada e impenetrable de árboles, arbustos y lianas, al acecho, que saben que el silencio que puedan imponer contribuye a aumentar nuestro terror y a prolongar la vida del hombre que ahora sombrío enjuto y apesadumbrado por el peso de la derrota los guía hacia el norte, hacia donde la selva es más espesa e impenetrable, junto a esa mujer pelirroja y hermosa de extrañas costumbres que habla en francés, guaraní y blasfema en gaélico; porque cada paso que damos hacia adelante es un paso más hacia muestra propia locura.

Entonces, durante la noche, de la misma nada, en silencio como espectros, aparecieron ellos, tan solo un puñado de niños, los restos finales decididos a todo y a pesar de todo de ese ejército fantasmagórico armado tan sólo con pequeñas lanzas de caña tacuara, a los que hace más de un año perseguimos, entonces el miedo como nunca antes se apoderó de mi ser, paralizándome por completo.

....como nunca antes, sentí transforme en una estatua de sal, formando un todo con esta tierra colorada, humeda y pantanosa a la que llegue para hacer la guerra, y en la que mis despojos habrán de quedar para siempre..., sentí que estaba dentro de un círculo de fuego, cuando el filo helado de una lanza laceró mis carnes hasta dejarlas vivas, y el frio del dolor que cruje hasta los huesos..., postrado en un catre de este hospital de sangre perdido en la inmensa enmarañada e impenetrable selva de árboles, arbustos y bejucos donde se filtra ni siquiera un rayo de sol, donde la humedad y la bruma son una finísima llovizna que nos traspasa la ropa y nos cala las carnes hasta llegar a los huesos, envueltos en medio de un silencio espectral, rodeado de los pocos hombres de mi batallón que aún quedan con vida y que por su propia voluntad o por la desdicha del azar decidieron acompañarme y quedarse aquí, padezco de una fiebre cada vez más intensa que me abrasa por que la quinina no hace ya más efecto; extraño como nunca antes lo había sentido el no estar juntos, la calidez de la piel de sus piernas y el olor a jazmines de sus pelo y maldigo a Nuestro señor Dios que Reina en los Cielos según me enseñaron hace tantos años atrás piadosos hombres que lo sirvan y aún sirven en en esta tierra, cuando me enseñaron el arte del uso del castellano y el latín para la lectura y el habla y sumar y restar para la práctica de los negocios entre los hombres.

....... las preguntas, que no tiene respuestas son cada vez mayores..., me acosan en soledad los recuerdos de combates y derrotas..., de traiciones y de miedos ocultados a fuerza de ginebras..., me juro a mi mismo que no he de confesarme..., y lloro su ausencia...., todo esto me producen vértigo y una sensación de angustia y vacío que no logro contener, entre dormido por los sopores de la morfina, la quinina y el alcohol, empapado por la lluvia que atraviesa los toldos y la ropa y nos cala hasta los huesos, y se entremezcla con los humores que despide mi cuerpo postrado y los orínes que ahora no logro contener, puedo aún soñar con los restos de ese ejército ahora fantasmagórico compuesto de mujeres, ancianos y niños devastados por el hambre, la fiebre y la peste, que continúa su huida frenética hacia el norte, hacia ningún lugar, sueño con ese hombre apesadumbrado por la derrota, la traición de su familia y los que fueron sus leales que se enriquecieron a su consta, sombrío y enjuto que los conduce hacia el norte, hacia la nada y deliro con esa hermosa mujer pelirroja de ojos verdes como las esmeraldas....

... una mujer hermosa, odiada y amada, por miles de hombres que sueñan con ella...

....una mujer, que habla en francés y aprendió hablar en guaraní, y maldice siempre en gaélico, esa mujer que es mi auténtica obsesión, frente a mi verdadero rostro, el dia de mi muerte.
Publicadas por Luis Nicolás Laporte a la/s 07:06 3 comentarios:

3 comentarios:

Anónimo dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
Anónimo dijo...

Gracias a Anónimo por sus gratificantes palabras, por su sentido de la ubicación y ....

Anónimo dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.