Luis Nicolás Laporte
Verano 2007
Todas ellas eran muy formales: Se vestían a la moda, rara vez usaban pantalones, los pañuelos al cuello eran parte de su indumentaria de calle y los collares de perlas medianas de ¾ de largo eran infaltables junto a los vestidos tailleur, su vestimenta a la hora de la tarde o para salir a cenar, sus ropas siempre combinaba con los colores, y además como no podía ser de otra manera siempre estaban peinadas a la moda y de peluquería. Ellas, – con su particular estilo -, eran el prototipo de la mujer ideal de los años 60.
En medio de ese mundo, yo soñaba, entre el final de la infancia y el comiezo da la adolescencia o la pubertad..y como parecía ienttusiasmado le conte cual era mi visiçon de las invasiones inglesas que fueron tres, la primera comamdad por le Almirante Guillermo Carr Beresford, iuna segunda ...
En Buenos Airs mhace poco llovió bella que ahora y se parecía más a París que a cualquier otra ciudad de Latinoamérica, solo Montevideo le envidiaba su diseño urbano. Aunque para ser honestos esta última soñaba más con ser la Zurich del cono sur con sus secretos bancarios.
Sus conversaciones luegp del añ,ierzppsiempre eran un murmullo lejano, ininteligible para quien estuviera a más de medio metro de distancia.
Y yo vivía los últimos días de mi infancia, entre juegos y deseo de ser más grande . El espíritu de esa época me gustaba...
Mi relación con todas ellas era especial, mezcla de complicidad y sobreprotección. Yo era el más mimado de la casa. Supe que para todas ellas, era alguien más especial, distinto del resto de los chicos que conformaban mi familia; mis hermanos y mis primos. A diferencia de ellos; ellas siempre complacieron todos los gustos y caprichos que se me antojaban..
Y yo disfrutaba de esa relación, estrecha y de complicidad...
Por que llevaba el nombre de mi abuelo Nicolás, porque era muy parecido físicamente a él, - que se murió cuando yo tenía ocho años -, y del que sólo recuerdos muy divertidos.
Don Nicolás – así le decían todas -, iba los domingos a un comité partidario y antes de llegar cuando estábamos por llegar él me miraba a los ojos y muy serio me decía:
- vos ya sabes, frente a los muchachos me decís tío.
Yo cumplía su pedido, delante de sus amigos, quienes entre risotadas me decían:
- no le des bola pibe, decile abuelo...
Y yo le mentía a quién me había hablado: Para complacerlo, sin sentir ni culpa, ni vergüenza, tan sólo por el amor que sentía hacia él :
- no señor, Ud está equivocado, él es mi tío Nicolás él no es mi abuelo, mi abuelo se llama José María.
Yo sentía orgullo de hacer eso. Tal vez buscaba sin saberlo, o sin quererlo, ser como era él...
A pesar de estas cosas, - que nunca supe como llegaron a oídos de ellas; o quizás por eso mismo; todas ellas sentían por mi abuelo Nicolás un amor extremadamente profundo, lo admiraban sobremanera; no sólo porque había tenido una columna semanal sobre temas de actualidad en la Revista "El Hogar", o porque durante años escribió los diálogos de los personajes de unas tiras de historietas gauchesca que se publicaban en el diario La Razón: o porque poco antes de morir comenzó a escribir un libro sobre el hombre de campo utilizando frases en guaraní y quechua, con dos diccionarios como ayuda, el era un hombre absolutamente urbano, que detestaba el campo.
Sus intereses iban por otro lado; se que supo ser parte de una cofradía de bohemios: escritores y pintores, que aprovechando la amistad que les brindaba, asaltaban casi a diario la vieja casona de Belgrano con cualquier excusa y se quedaban irremediablemente a cenar. Su extrema bohemia que vivía al máximo, lo llevaba cada tanto a viajar hacia algún lugar durante algunas semanas, y mi abuela Elena decía que lo hacia con alguna de sus queridas, para mortificar a mi abuela Celina.
Él siempre fue extremadamente cariñoso con todas ellas, al regreso de sus viajes, todas tenían obsequios de muy buen gusto, que exhiban con un dejo de maldad, desatando la envidia de todas sus amigas del club.
De esa cofradía bohemia, quedan en mi poder un Felipe De La Fuente y un Torres Agüero dedicados, que ahora están colgados en la pared del living del departamento que habito.
Mi abuelo Nicolás había tenido un problema allá por el año 33 cuando la famosa revolución frustrada del radicalismo que encabezó el Goyo Pomar. Cerca del puerto de Zárate, cuando fueron a tomar la comisaría, no fueron todos los comprometidos para la acción, el grupo se disperso y a él, le pegaron un tiro de máuser en la espalda. Dado por muerto, estuvo refugiado en un burdel que era de la Sociedad Israelita de Socorros Mutuos Zwi Migdal; un sórdido lupanar regenteado por una madama, sobre la que quizás algún día tenga que escribir un libro. Un mísero prostíbulo donde él vivió una historia de amor una judía polaca, a la que allí explotaban, a quien le encargaron lo atendiera por la herida. Allí él tuvo una breve pero intensa historia de amor con esa mujer, que terminó abruptamente, cuando la madama descubrió la relación tejida entre ambos,
Durante muchos años esta y otras historias fueron mis sueños más frecuentes, yo quería que mi vida estuviera colmada de situaciones e historias como esas, para tener algo tan bello, para contar cuando fuese mayor, ...
Un amor que parecía imposible, que lo atormentaba ferozmente, hasta que el deseo fue más fuerte....vivió algunos años en un remoto pueblo llamado Laguna Paiva en la Provincia de Santa Fe, en Colonia del Sacramento en Uruguay y en Santiago de Chile.
Esos habían sido los años más oscuros en la vida de toda nuestra familia.
Fue una época de la que nadie se atrevía a hablar, unos años durante los cuales él había convivido, con esa judía a la que buscó por cien pueblos hasta encontrarla.
Años oscuros, cubiertos por una espesa capa de silencio.
En 1951 estuvo exiliado en el Uruguay porque apoyo el intento del golpe fallido contra Perón.
Pero a pesar de todas estas cosas, o quizás tal vez, por eso mismo, mi abuela Celina lo amaba casi con desesperación y negaba públicamente cualquier habladuría engorrosa o truculenta, como las que se empañaba en describir mi abuela Elena. Mi abuela Celina no se cansaba de decir, que más allá de las cosas que tenía, mi abuelo Nicolás era el amor de su vida y ella lo respetaba como era.
Abuelo, que vida la tuya, lo que daría por vivir yo mismo historias como las que vos tuviste....
La vida de mi abuelo Nicolás, terminó, tal cual la había soñado mi abuela Celina,
Como ella quería, los días de su vida deberían de terminar como los de un hombre decente...
Una noche, la muerte lo encontró en la cama de su casa...
Porque yo tenía su mismo nombre, o tal vez, como ellas decían, mi rostro era casi igual al de él; a su manera, con sus formas y sus modos tan distintos una de las otras, ellas se tomaron el trabajo de hacer, si es que así se puede decir, desde siempre que mi mundo fuera ideal.....
Todos los días de mi infancia y los primeros años de mi adolescencia, el universo que ellas forjaron para mí, estuvo marcado por su presencia y sus cuidados.
Distintos a los que les brindaban a mis primos Puppy, Garito, Pipito, Nestitor, Juan Ignacio y mi hermano Juan María.
Me brindaban un amor sin límites, me cuidaron, me protegieron y fueron a lo largo de esos años celosas cancerberas de mis sueños, de mis angustias y también de los deseos más oscuros que yo construía en los laberintos de mi mente.
Ese universo singular que me envolvía, lo construía mi bisabuela a la que todos llamaban familiarmente Yeya o doña Máxima para el resto del mundo, la Yeya todos los meses iba a Harrod´s o Gath & Chaves que tenían sendos locales sobre la calle Florida, en unos edificios estupendos, donde tenía cuenta corriente y nos hacía todos los gustos; ella era especial y hasta el último de sus días en esta tierra no paro de hablar de los recuerdos de la Guerra del Paraguay que le transmitiera su esposo y su suegra; de la odisea que le toco vivir junto a sus hijas, cuando luego de enviudar, al no estar casada con mi bisabuelo, el curador de los otros hijos literalmente la dejo casi en la en la miseria, y fue la gracias a mano invisible de algún amigo de la familia, que logró la designaran para que se hiciera cargo de la Dirección de la Escuela Nº 1 en San Francisco de Bellocq.
Un paraje perdido en medio de la nada, tan sólo una parada del tren después de Tres Arroyos que rendía honor a los ancestros de los dueños de esos campos.
Mi abuela Celina que era la que tenía recuerdos de doña Demetria Bedoya, sus tíos abuelos amigos de Julio Argentino Roca que aparecían en las fotos de la Campaña al Desierto y pilas de cartas que el tiempo y mi desidia fueron perdiendo.
El mundo de los recuerdos de ella, comenzaba en una casona en Belgrano, que estaba en la hoy desaparecida calle Virreyes, una quinta por el bajo Belgrano en la continuación de la calle Manzanares donde hoy esta edificado el Círculo Policial, una isla en el Tigre, campos en Neuquén cerca del Lago Maquehue y mil cosas más perdidas, malgastadas o robadas por los curadores judiciales cuando murió mi bisabuelo Maximiliano.
Se vivía un ambiente cargo de glorias de un pasado esplendoroso, recuerdos de actos que a nadie importaban, ni eran recordados por nadie salvo por ellas mismas, pero a pesar de todo esas historias, tuvieron un efecto sobre mi presente de ese entonces, lo marcaron y en medida lo condicionaron.
Todas esos relatos, e historias , auténticos restos de un pasado esplendoroso del que solo quedaban retazos deshilachados que cuelgan como flecos, eran historias contadas con más énfasis para que ese pasado diera la impresión de seguir inalterable, de manera inexorable se iban desvaneciendo en los laberintos del olvido, a la misma velocidad que una a una, se fueron malvendiendo, - cada vez que alguna tía abuela lejana fallecía -, las últimas propiedades que quedaban de lo que supo ser un gran patrimonio, tan sólo para sostener lo que ya no existía, un estilo de vida encantador..
A fuerza de ser sincero, casi a modo de secreta confesión, reconozco que con cada muerte, si bien se caía un pedazo de esa historia familiar fantástica, se dejaba también un jirón de la historia familiar y de la Patria misma, con sus oropeles; en tanto se abría para mí una nueva esperanza de cara al futuro. Era como si una orquesta ejecutara un aria, allí donde se produce un silencio, luego la música estalla en todo su esplendor. O como una tormenta de verano, que luego de una explosión de furia, de vientos casi huracanado, de relámpagos y truenos, el diluvio parece anunciar el fin del mundo, que es seguida de una calma sin igual.
Así era mi familia, en ese ambiente me criaron, porque así la habían construido ellas...
Ellas me trasmitían recuerdos, historias cargadas de heroísmo, alguna miserabilidad humana, pero lo más importante de todas esas cosas que me sucedieron y que forjaron lo que hoy soy , fueron las constantes muestras de amor que me brindaba mi abuela Celina; que fueron tan fuertes que sus marcas están grabadas en mi carácter y mi ser.
Y cada vez que el recuerdo de ella, su imagen y sus cosas me conmueven hasta el llanto, al punto de que he llegado a creer que su ausencia es quizás la única que he sentido realmente en toda mi vida.
Doña Elena mi otra abuela, la materna comandaba un caserón en Tres Arroyos de la misma manera que comandaba el campo. Lo hacía de una manera casi cuartelera; y la verdad es que de ella no recuerdo ni un solo gesto de cariño, ni de amor, ni un beso de bienvenida o de despedida, o tan sólo una caricia al pasar..
El universo multitudinario de mis tías eran otra cosa, Pupeé, Beba, Mononona, Graciela, Baby, Cholita, Mara, María Mercedes, María de los Rosarios, María Marta, María Eugenia, Maria Carlota, María Eugenia y Josefina, se dedicaban no sólo a sus casas y cuidar en las reuniones de Elena y Laura mis hermanas, y de Rosalía, Maria Esther, María Alejandra, María Agustina María Laura, María Fernanda, Marita, María Belén, María Cora, Carolina, María Inés, María Julia, Loli, Pupeécita, María José y la Nena mis primas, sino que fueron el entorno que configuro los primeros años de mi vida.
Cuando tenía unos diez años, durante las horas muertas y eternas de la siesta en el campo después de que leyera en una revista Adán, una extensa critica sobre “Los amores de una rubia”, una película dirigida por Milos Forman un director checo de vanguardia, y ví la foto de la actriz principal, Hana Brejchová, una rubia bellísima, medio desnuda recostada en una pensión de Praha, el deseo se hizo presa de mi carne y atrás de un sillón del living mis dedos inquietos buscaron, y encontraron debajo del canzoncillo que tenía puesto, mi primera excitación consciente y en solitario.
El verano siguiente, le robé un beso a una de mis primas, subidos a una cosechadora, y corrimos aprovechando la hora de la siesta y la ausencia de miradas inquisidoras, hacia el galpón del fondo, donde solos, con el miedo instalado entre los dos, lentamente y casi temblando nuestras manos reconocieron centímetro a centímetro, cada parte del cuerpo del otro, y casi naturalmente de la manera más humana y pura, lentamente descubrimos juntos el placer de los juegos prohibidos.......
Y a pesar de que crecía, es decir cumplía años,pasaba de grado, em,pece a usar pantalones largos, os jueves eran el día qeu más esperaba, Nenneè ese día los días de mi vida parecían estar constituídos por espríritu particlar0, ... una especie de peterpantismo permanente, ... un mundo donde siempre conseguís lo que queres, ...... podes seguir siendo un niño., ... aunque n mundo,.cuando el falleció creo que debió de ser, para todos nosotros él ´´utiperdemos omento donde no se dicuió sobre nada como si todo etuviera en prefectas condiciones -----pbre ñ
Cuando fallecio ese ser único no llegasmo a oermpes ça frçop qi ptp açps y si kate ia u bemçoaoversio …
El culpable de estas cosa porque siempre hay que encontrar a un culpable, para quedar bien con propoconladad rional a u nuestra la mala conciencia pequeño burguesa, todo sufrimos en carne porpia esteaa`'òa pòa emos en carme dp´r,vp`ddr yts,dtst`,r,p,vrvoys`nrd u vsfs brxwr ñsd srfovrpmpropia una espdo en carne prpiona enormes rprozas de nielo qeu ppdeeron son la ecice de cirfo roma, ppero sal+tvp`,´pfsfbsvr
po imtertrete stió másdrop qi eañ açp amtroprafue mi primo Pipo, - porque supe de esas cosas en la revista que él leía -, pero él para mí él era otra cosa, él escuchaba música de jazz interpretada por Charly Parker y Duke Ellington en un combinado en su cuparto a todo volumen y nadie le decía nada, se besaba a su novia en el living de la casa de Belgrano a la tarde cuando se quedaban solos después de almorzar, cuando ellas se iban hasta el jardín de invierno que estaba en el fpropa y popovonslondo a tomar el te y charlaban de sus cosas, mientras las chicas jugaban en el jardín y yo me quedaba dando vueltas solo en la casa leyendo algo en la biblioteca que había sido del abuelo, pero siempre acompañado por la mirada vigilante de todas ellas, pero ahora estaba la mirada atenta y vigilante de ellas por un ladp y la .
Mi primo se transformó en esa época en mi ídolo, porque podía fumar en la mesa y meterse en las conversaciones de los grandes sin que lo retaran como a mí o a los mas chicos, y Neneeé, en acto de auténtica audacia me llevón ellos que iban a ver REY DE cORQZdñectoa ad va a dostamcoa Puppy jugaba al rugby en Old Crhistian, estudiaba derecho y tenía una novia a la que todos llamaban Neneè.
La verdad es que no me acuerdo como se llamaba, para mi siempre sólo fue siempre Neneè a secas, supe que vivía en un caserón enorme del bajo de San Isidro unas cuadras después de la Catedral como yendo hacia el Colegio Maríioin, y que según mi abuela Elena y alguna de mis tías a pesar de ser de una familia estupenda, Neneè era medio rara, no solo por que estudiaba filosofía. Nenee usaba siempre una polera de lana, blue jeans y zapatillas todo el tiempo; a Nenee le gustaba ir a las exposiciones del Instituto de Artes Visuales Di Tella, y a los happening que se organizaban allí, y que estaban de moda, Nenee se analizaba dos veces por semana con Alberto Fontana un psicoanalista del que todos hablaban en Buenos Aires; Nenee se juntaba con sus amigas de la facu – como decía ella -, en el Moderno un bar que estaba en la Galería del Este, - un boliche fantástico que se hizo famoso el día que cerró, porque ese día los gallegos invitaron a todos los habitué a tomar whisky importado en tazas de té -; Nenee además al salir del bar dos o tres veces por semana iba al cine generalmente a muestras de cine checo o francés.
Neneè, el pelo lacio como llovido sobre la cara angulosa, siempre limpia, la sonrisa amplia y unos ojos enormes de color miel…
Neneè termino peleándose con sus padres por las ideas que tenía, porque no aceptaba cambiar la vida que había elegido vivir y para ser coherente consigo misma, se fue a vivir a la casa de una amiga tan snob como ella y a donde invariablemente Pipo empezó a ir a quedarse a dormir. Cuando mi abuela Elena que a veces era una mezcla de peluquera de barrio y miembro del Opus Dei, con perdón de las profesionales del cepillo y la tijera -, se entero de esta situación le dijo a todas las personas que la querían escuchar que esa chica estaba completamente loca,... que era imposible,... era la verdadera encarnación del demonio; que el padre, que la había echado de la casa tenía toda la razón del mundo, que esa actitud era inaguantable y propia de degenerados,... que había hecho bien en no aguantarla más, para no soportar las habladurías de la gente.
Neneè, siempre discutiendo todo, típica exponente de la vanguardia porteña de los años sesenta….
Neneè se había transformado en una especie de hada protectora de mis sueños, la musa inspiradora de los primeros intentos de escribir y también en el objeto de mis deseos. .Buenos Aires era para esa época una ciudad hermosa, aggiornada, moderna, febril y diversa; que presumía tener una clase media culta, siempre informada de lo último de todo; una ciudad donde la gente leía revistas de actualidad y de política como Panorama, Primera Plana y Confirmado, una ciudad donde las librerías estaban abierta toda la noche y se podía encontrar, los primeros libros que edito Jorge Álvarez junto a lo último del estructuralismo francés; una metrópolis donde la gente joven que estudiaba letras a la salida de la facultad iba al Instituto Di Tella, a ver exposiciones, muestras y participar de los happening que organizaban los artistas de vanguardia, esa gente se pasaba las horas tomando algo en “El Moderno”, cenaban en el “Edelweiss” de la calle Libertad casi Corrientes, el en “London Grill” de Reconquista o comían algo en algún carrito de la costanera para ir después a “Guindado” a quedarse a escuchar música, o terminaban el día en “La Biela”, en “05”, o “Manolete”, o ia a bailar a “Mau Mau”, siempre y cuando el Negro Fraga te dejara pasar..
Neneè, tu risa contagiosa y los libros y la música y el pop art
Buenos Aires era hermosa, hasta que un buen día un general de enormes bigotes peinado a la gomina, que tenia un sueño imperial hablaba de los tiempos de la Revolución Argentina, se cría la encarnación de “von Pepe” Uriburu y que hacía que trabajaba de presidente, cuando en realidad soñaba ser emperador por la voluntad de sus amigos y camaradas de armas designó como Intendente a un tipo que hizo Florida peatonal, demolió cuadras de la avenida 9 de Julio destruyendo dos casas hermosas de estilo art noveau que estaban sobre la calle Chile, la placita Montserrat y el Pasaje Seaver, una auténtica salvajada arquitectónica en aras de la modernidad.
Neneè, y la música, y los happening del Di Tella, y el pop art y la historieta…
Tan brutos eran ese general de bigotes y su intendente con sus aires modernizadores, que María Elena Walsh, escribio una canción sobre Buenos Aires y sin nombrarlo dice: "...es la guerra y la demolición arrasando paredes y casas".
Que destino el del intendente y la parábola de su vida, que años después terminaría secuestrado por los restos de la organización Montoneros en París, una de esas cosas propias del "loco Galimberti", para hacerse de unos mangos y poder vivir.
Mi primo Puppy, supo usar una Studebaker con la que iba al campo de Tres Arroyos y que como le gustaba como andaba se trajo para andar por la ciudad a pesar de las criticas de la abuela, que decía que la ciudad estaba hecha para andar en auto, hasta que un día como a las 9 de la noche se metió con la dichosa Studebaker en "La Biela" causando un escándalo de proporciones.
Por que los gallegos le quisieron cobrar a mi abuela una fortuna por los destrozos que había hecho, razón por la cual le sacaron la camioneta de inmediato y la mandaron de vuelta al campo.
La situación fue tan jocosa que muchísimos años después algunos memoriosos de ese Buenos Aires fantástico aún se acuerdan de la historia, al punto tal que hace dos o tres años el gordo Willy Amadeo – una especie de chismoso de la noche de Buenos Aires y la fauna humana que la habitaba, porque conocía todos las anécdotas y sus protagonistas -, que trabajaba en el Instituto de Servicios Sociales Bancarios en un escritorio cercano al mío, muerto de risa le contaba a un ordenanza y a dos o tres personas la anécdota sin saber que yo era el primo de Puppy, que no hubiera pasado de ser un desafortunado incidente sino fuera porque cuando salió de entre las mesas, medio serio y tratando de no morirse de risa, pero entero a pesar del golpe recibido, lo miro fijo a los ojos a Manuel Rodríguez el mozo que nos atendía y nos conocía de siempre, ese que es capaz de traerte lo que vas a tomar sin que se lo pidas y muy serio como si no hubiese pasado nada le dijo:
- Che Rodríguez, que carajo está mirando vos, decime una cosa, ¿nunca viste un accidente?, ¿O es que es cierto que en Galicia todavía andan en burros y a carreta? Mira viejo déjate de joder con esos reproches de vieja de la Piedad, y decile al gallego Álvarez que mañana a la mañana mande la boleta de los arreglos a casa así le mando la gita como siempre y hasta ahora y por favor llévame un Dimple con hielo y una jarrita con agua a la mesa donde Neneè con mi primo, que me están esperando desde hace un rato.
Y siguió caminando como si nada hubiera pasado hasta la mesa de siempre, en donde estábamos sentados muertos de risa, frente al asombro del resto de los que estaban el bar, la indignación de dos o tres señoras mayores y por supuesto la furia de los gallegos.
Pero si hubo alguien que terminó de marcar mi carácter, esa fue Neneè, ....ella era maravillosa y por esas cosas se transformo en una especie de hada protectora, ella me llevaba a todas partes y me protegía mejor que nadie...
Neneè, mi hada protectora personal…
Ella me inició en la poesía con un libro de Carlos Drumonnd de Andrade, me hizo leer a Cortázar, a Vallejos, a Neruda,a Manuel Scorza, a Carlos Fuentes, a Juan Rulffo, a García Márquez, a Octavio Paz, a Bioy Casares, a la Ocampo, a Borges y a Sábato, me llevó por primera vez a ver una muestra de Julio Martínez Howard un plástico entrerriano que cayó casi en el olvido, cuya obra se perdió casi toda hace unos años en un incendio y sobre el que dicen tenia en sus trazos brutales, dejos de la obscenidad de Egon Schiele, que otra vez me llevó a ver una muestra colectiva de Macció, De la Vega y Luis Felipe Noé, y una vez cuando salimos de ver una instalación de Marta Minujin, como hacía un calor insoportable paro un taxi y fuimos a cenar a la Nelly en el Puerto de Olivos y hablamos, mejor dicho me hablo de literatura latinoamericana como hasta que nos echaron porque tenían que cerrar y no nos íbamos; así que para asombro de todos, menos para mí, a los dos días se apareció en mi casa con una chatita donde había baúl lleno de libros y varios números de “La rosa blindada” y me los regaló por que según ella el único al que le podían interesar era a mí.
Neneè, me iniciaste en la lectura del “nuevo boom latinoamericano”, me regalaste “Nanina”,el mismo día que salieron a secuestrar los ejemplares por las librerías y una tarde a la hora del té me hablaste de la vanguardia literaria y del psicoanálisis…
Por las noches cuando todos dormían el deseo se hacía presente y me excitaba con ella, con el recuerdo de su cuerpo siempre bronceado y ojos brillantes del color de la miel.
Neneè, objeto de mis sueños…
A Neneè comencé a amarla platónicamente y en silencio, y cada día que pasaba se iba transformando en el objeto inasible de mi deseo, una mujer con una tan vida plena, que su sola presencia permitía construir en mi mente un lugar ambivalente mezcla de vergel y de averno.
Soñaba navegar entre los pliegues húmedos de su vientre y deliraba ser devorado por ella y las sábanas se poblaron de manchas viscosas, fue entonces que ellas notaron los cambios de hábitos y se morían de celos, otra mujer empezaba a ocupar un lugar en mi vida....
Buenos Aires era en esos años, una ciudad fantástica habitada por una clase media que crecía mirando hacia Europa, los bares estaban abiertos toda la noche y se podía almorzar o cenar a cualquier hora, la ciudad que se modernizaba a pasos acelerados y su fauna urbana ilustrada y neurótica consultaba acerca de los fantasmas que la aterrorizaban de noche durante el sueño en el consultorio de algún psicoanalista que estaba de moda, que además cobraban una fortuna la sesión y que invariablemente jamás tenían turno, mientras tanto yo miraba estas escenas desde lejos.
Puppy leía Adán y además de leer todas esas revistas que comente, hablar de política con mi papá, estudiar Derecho, empezó a escuchar en el combinado que tenía en su cuarto a una banda de cuatro ingleses melenudos que empezaban a hacer furor y que se llamaban The Beatles, una banda que mi papá detestaba diciendo que eran unos putos drogadictos. A Puppy nadie lo retaba por las cosas que hacia, ni por el volumen en que las escuchaba música y como si eso fuera poco, además fumaba en la mesa después de comer mientras tomaban café sus padres, los míos y la abuela Celina. En uno de sus celebres ataques de locura sin sentido mi papá me tiro los dos discos de los Beatles a la basura y Neneè cuando se entero me trajo tres o cuatro de regalo y uno de Jimmy Hendrix y me enseño a esconderlos entre los libros para que el viejo no los encontrara, por que tu viejo es un facho de mierda igual al mío., así que no le das bola, ni te angustias más, yo te enseño….
Neneè me enseñaste tantas, tantas cosas…
Las cosas que hacia mi primo, eran para nuestra mirada, los más chicos de la familia, eran todo un gesto de los mayores hacia nosotros, que nos daban a entender de esa manera, que él era considerado mayor por ellos y por la abuela Celina, y no como a nosotros, a los que indefectiblemente se nos mandaba a lavar las manos, cepillarnos las uñas y mostrarlas antes de sentarnos a la mesa para comer, no hablar en la mesa, cepillarnos los dientes a la mañana y después de cada comida, obligados a ir a misa de 10 todos los domingos, tomar Emulsión de Scott antes del almuerzo y la cena y jugar en el patio del fondo después de almorzar los domingos bajo la mirada atenta de mamá, las tías y la abuela Celina que se sentaban en una mesa reparadas del sol con una sombrilla a tomar té y conversar sobre cosas de mujeres. El pastel de papas, las empanadas de carne cortadas a cuchillo con tomillo, la merluza a la salsa verde, el budín de pan con dulce de leche, el arroz con leche, la leche tibia con jerez, huevo y miel cuando tenia tos y la ensalada de frutas en verano a la hora de la siesta eran las delicias que no me hicieron faltar nunca a la hora de la comida.
El colegio era una especie de sacrifico pagano en el altar de la moralidad pequeño burguesa que me sumía en un aburrimiento letal, al colegio iba por obligación más que por gusto, por que si de gustos se trata, me pasaba la mayor parte de las horas de la tarde en la que creo fue la mejor biblioteca que visite, la biblioteca de mi abuelo, que era una estancia enorme donde había acumulado una impresionante cantidad de libros a través de los que me permitieron “ver”, si es correcta la expresión, el mundo de otra manera, biblioteca y en donde Neneè me aconsejaba textos.
Mi mundo sin embargo comenzó a cambiar de una manera atroz, empecé a dejar un niño mimado, consentido y caprichoso y la vida me empezó a mostrar su "otra cara", cuando por el inexorable paso de los años me fui quedando solo, primero se murió la Yeya y un año después mi abuela Elena, a los seis meses mi abuelo José María en Tres Arroyos, después la tía María Luisa y un años después mi abuela Celina.
Por si fuera poco, poco tiempo después Neneè se peleo con Puppy definitivamente y la deje de ver.
Neneè, te extraño…
Puppy al poco tiempo se recibió de abogado, y como si nada de lo que vivio al lado de Neneè, hubiera tenido valor, primero empezó a trabajar en un estudio importantísimo de unos amigos de su padre y para rematar el giro que estaba operando en su vida, se puso de novio con la que hoy es su mujer y madre de sus hijos y termino siendo un numerario importante en el Opus Dei.
A partir de ese momento creo que lo odie con todas las fuerzas de mi alma, el ídolo era de barro, se cayó del pedestal en el que estaba; aunque después comprendí que sentí por él una mixtura de inconmensurable indiferencia e infinita lástima.
Neneè, te juro que lo odio a ese gordo boludo…
Neneè, dejó de venir a mi casa y mi vida pego un vuelco inesperado.
Neneè, volvé a mi casa, salgamos a caminar por alguna calle, volvamos a tomarnos juntos un te, en Las Vicotorias.…
Me volví como ermitaño, hosco y trashumante al mismo tiempo. Deje de hacer las cosas de todos los días y no hablaba con nadie en mi casa.
Neneè, vamos al cine a ver una película checa, salgamos a caminar por Corrientes de noche, pero por favor sacamé de acá, que esto me asfixia y me vuelve loco…
Mi mamá creía sinceramente que estaba medio loco e insistía que había que llevarme a lo de un psiquiatra, que decía había hecho milagros con la Baby Goytía, una amiga suya que se deprimió después del suicidio del marido, y mi papá decía que estaba estupidizado porque no hacia nada en todo el día y que él era capaz de curarme en una semana trabajando en unas obras que estaba construyendo en el campo. Yo no hice ni una cosa ni la otra, termine yendo de mala gana a un psicólogo en Palermo que usaba una polera negra, traje de casimir de tweed gris espigado y fumaba pipa y me preguntaba una sarta de boludeces sin sentido, entonces irremediablemente le mentí sin remordimientos llevándole la corriente, contestando cosas que parecían razonables y al poco tiempo deje de ir como quien deja un lastre en el camino. No salí más con los conocidos de siempre a los bailes del Yacht Club de Olivos, ni a los boliches a los que en verdad había dejado de ir hacía bastante tiempo ya que atrapado por los significantes de mi abuelo Nicolás me pasaba hora y horas en los bares del centro y empecé a militar en una agrupación política, conocí “La Academia” y “La Facultad” un bar que luego demolieron donde ahora esta el Hotel Bauen, un bodegón que llamábamos con unos amigos “El tropezón de Sarmiento” donde comíamos por monedas, el Callao 11 que demolieron donde en el sótano tocaban Lito Nebbia y un montón de grupos de música, el Tokio que estaba en Bartolomé Mitre entre Callao y Rodríguez Peña enfrente a “Palo O” un bowling lindísimo que cerro poco después y el café La Paz, de donde nos hecharon por pelearos con un mozo.
Cada tanto me cruzaba con Neneè en la calle o en alguna movilización, pero ella irremediablemente, hacia como que no me conocía.
Neneè, hablame por favor…
En todos esos nuevos lugares a los que iba me hice amigote de una auténtica marea humana de poetas, trotskistas sin partido, anarquistas utópicos, republicanos exiliados desde el 39 que añoraban volver a esa España camisa blanca de mi esperanza, poetas, pintores, inventores de utensilios inútiles para el resto de los mortales y un montón de locos lindos y sueltos y en las servilletas de los bares escribí cientos de poesías y cuentos cortos que por piedad con los años entregué a las llamas.
Caminaba como un fantasma por la playa "El Ancla" de Vicente López, por la playita del bajo de la calle Alvear en Martínez, o por la Costanera Sur que era un auténtico yuyal casi impenetrable que crecía entre las ruinas de lo que sería la ciudad deportiva del Club Boca Juniors abandonada años atrás, con una novia un tanto snob que me incitaba a escribir y con la que compartía más horas en la cama, que otra cosa.
De las persona que conocí en los bares del centro en los primeros tiempos no tengo registro de complicidades, y si bien a algunas de ellas a veces me cruzo por la calle son sólo rostros que no llegan a significar nada para mí en este momento, con otros con los que compartí experiencias en el campo de la política a veces me junto a cenar o a tratar de relanzar algún proyecto.
En mundo de ellas habían construido se fue desintegrando en pocos meses por la ausencia de algunas de ellas, el noviazgo de mis primas, por mi propio desidia hacia las que quedaban a las lentamente fui abandonando sin sentimiento de culpa.
Varios años después los primeros días de julio de 1976, cuando vivir acá era imposible y se respiraba la muerte en las calles, unos días antes de mi cumpleaños, una noche horrible que llovía a cántaros y hacia un frío terrible, yo estaba durmiendo solo; cuando como a las 2 de la mañana, empapada y temblorosa Neneè golpeó la puerta de casa, me dijo que no tenía donde ir y hacia dos días que estaba dando vueltas por Buenos Aires, dormitando de a ratos en colectivos y trenes.
Me contó que tenía un quilombón de órdago que se había desenganchado con el compañero que era su control, que el abogado de la orga no aparecía desde hacia dos días, que el loco Galimba estaba más loco que nunca por que había discutido con un jetón de la Carolina Natalia a quien le pido plata para comprar FAL y unas casas seguras y el tipo le había dicho que no eran el Banco Hipotecario Nacional y que si querían fierros los afanaran, que su grupo estaba medio diezmado y que además había caído una casa de seguridad cerca de la Panamericana y la Avenida Mitre....., llena de impotencia y de desesperación, las lágrimas le saltaban de esos ojos enormes hermosos color de miel que siempre me habían impresionado.
Tomamos algo caliente, puse un poco de música que a ella le gustaba, hablamos de cosas perdidas de las anécdotas del pasado, mientras le acomode una cama en el cuarto de mis hermanas para que se quedara a dormir.
Antes de irse al cuarto a dormir me miro fijo a los ojos, desde el fondo de sus ojos cargados de ternura y la verdad que el alma se me partió por que intuí que nunca más la iba a volver a ver...
Poco tiempo después de acostarme al no poder conciliar el sueño fui hasta el cuarto donde dormía, ella estaba sentada en la cama, fumaba y mirando hacia la nada tras los vidrios manchados por las gotas de lluvia, al verme aparecer en la puerta se corrió hacia un costado y casi susurrando me dijo:
- vení, quédate acá a mi lado, tengo tanto, tanto frío,… estoy tan sola...
Desnuda sobre la cama, observe con detalle los destellos de luz que se filtraban por la ventana desde la calle y las sombras caprichosas que las gotas de lluvia dibujaban sobre su cuerpo, …entonces me pareció más hermosa que nunca..., no dijo nada, ni una sola palabra, mientras que torpemente mis manos buscaban las suyas y la acariciaban con el deseo contenido de años, …temblaba de emoción,... cerré los ojos al besarla, … entonces ella me abrazó con una ternura que nunca antes había sentido y su cuerpo cálido se fundió con el mío,... mientras me escuché decirle al oído como un murmullo una verdad de Perogrullo:-....te espere tanto tiempo...
Neneè y yo haciendo el amor con ternura, como lo había soñado tanto tiempo…
Cuando me desperté, Neneè no estaba a mi lado, se había ido sin hacer ruido mientras dormía, y en un papel escribió:
- Gracias por todo, te quiero mucho, no me olvides, un beso, Neneè
Neneè, no te vayas, Neneè, quédate a mi lado para siempre, vayámonos hasta alguna playa en Brasil o a algún pueblito de los Pirineos franceses…
Me sentí preso de un ataque de angustia y llanto..., caminé horas y horas buscándola por los bares del centro,...
A los pocos días el diario La Nación informaba que durante un operativo de control vehicular en el conurbano fuerzas conjuntas habían abatido a varios delincuentes subversivos y una foto de Neneè de otra época por que tenía el pelo largo y lacio como llovido sobre la cara angulosa, una foto del pasado, una foto de una época en la que había sido feliz, acompañaba la nota.
La premonición se había cumplido, te fuiste Neneè y me dejaste solo...
Todo eso paso en menos de diez años y mi mundo se derrumbo casi por completo.
A eso se le sumo la muerte de mi prima María Agustina por una meningitis rarísima mal curada. Ese hecho terminó de marcar el final de una época sin igual de mi vida.
El espacio de sosiego que ellas habían ocupado con el transcurso de los años como consecuencia del giro que pego mi vida se desintegro como el aire en medio de las manos, y fue ocupado por otras mujeres, amigas, novias y compañeras que aunque se lo hubieran propuesto no se igualaban al que ellas habían sabido construir, ya que por distintas razones todas ellas siguieron estando en mi vida como una marca indeleble que el paso de los años no ha logrado borrar...
Neneè, te mataron, pero no te olvido, vos vas a estar siempre viva en mí…
Por eso a pesar que han pasado tantos años cada vez que me acuerdo de ellas en forma furtiva, como un fantasma cruel detrás de una esquina, la angustia se apodera de mí ser y las lagrimas me saltan de los ojos de una manera irrefrenable sin que pueda hacer nada para contenerlas.
Verano 2007
Todas ellas eran muy formales: Se vestían a la moda, rara vez usaban pantalones, los pañuelos al cuello eran parte de su indumentaria de calle y los collares de perlas medianas de ¾ de largo eran infaltables junto a los vestidos tailleur, su vestimenta a la hora de la tarde o para salir a cenar, sus ropas siempre combinaba con los colores, y además como no podía ser de otra manera siempre estaban peinadas a la moda y de peluquería. Ellas, – con su particular estilo -, eran el prototipo de la mujer ideal de los años 60.
En medio de ese mundo, yo soñaba, entre el final de la infancia y el comiezo da la adolescencia o la pubertad..y como parecía ienttusiasmado le conte cual era mi visiçon de las invasiones inglesas que fueron tres, la primera comamdad por le Almirante Guillermo Carr Beresford, iuna segunda ...
En Buenos Airs mhace poco llovió bella que ahora y se parecía más a París que a cualquier otra ciudad de Latinoamérica, solo Montevideo le envidiaba su diseño urbano. Aunque para ser honestos esta última soñaba más con ser la Zurich del cono sur con sus secretos bancarios.
Sus conversaciones luegp del añ,ierzppsiempre eran un murmullo lejano, ininteligible para quien estuviera a más de medio metro de distancia.
Y yo vivía los últimos días de mi infancia, entre juegos y deseo de ser más grande . El espíritu de esa época me gustaba...
Mi relación con todas ellas era especial, mezcla de complicidad y sobreprotección. Yo era el más mimado de la casa. Supe que para todas ellas, era alguien más especial, distinto del resto de los chicos que conformaban mi familia; mis hermanos y mis primos. A diferencia de ellos; ellas siempre complacieron todos los gustos y caprichos que se me antojaban..
Y yo disfrutaba de esa relación, estrecha y de complicidad...
Por que llevaba el nombre de mi abuelo Nicolás, porque era muy parecido físicamente a él, - que se murió cuando yo tenía ocho años -, y del que sólo recuerdos muy divertidos.
Don Nicolás – así le decían todas -, iba los domingos a un comité partidario y antes de llegar cuando estábamos por llegar él me miraba a los ojos y muy serio me decía:
- vos ya sabes, frente a los muchachos me decís tío.
Yo cumplía su pedido, delante de sus amigos, quienes entre risotadas me decían:
- no le des bola pibe, decile abuelo...
Y yo le mentía a quién me había hablado: Para complacerlo, sin sentir ni culpa, ni vergüenza, tan sólo por el amor que sentía hacia él :
- no señor, Ud está equivocado, él es mi tío Nicolás él no es mi abuelo, mi abuelo se llama José María.
Yo sentía orgullo de hacer eso. Tal vez buscaba sin saberlo, o sin quererlo, ser como era él...
A pesar de estas cosas, - que nunca supe como llegaron a oídos de ellas; o quizás por eso mismo; todas ellas sentían por mi abuelo Nicolás un amor extremadamente profundo, lo admiraban sobremanera; no sólo porque había tenido una columna semanal sobre temas de actualidad en la Revista "El Hogar", o porque durante años escribió los diálogos de los personajes de unas tiras de historietas gauchesca que se publicaban en el diario La Razón: o porque poco antes de morir comenzó a escribir un libro sobre el hombre de campo utilizando frases en guaraní y quechua, con dos diccionarios como ayuda, el era un hombre absolutamente urbano, que detestaba el campo.
Sus intereses iban por otro lado; se que supo ser parte de una cofradía de bohemios: escritores y pintores, que aprovechando la amistad que les brindaba, asaltaban casi a diario la vieja casona de Belgrano con cualquier excusa y se quedaban irremediablemente a cenar. Su extrema bohemia que vivía al máximo, lo llevaba cada tanto a viajar hacia algún lugar durante algunas semanas, y mi abuela Elena decía que lo hacia con alguna de sus queridas, para mortificar a mi abuela Celina.
Él siempre fue extremadamente cariñoso con todas ellas, al regreso de sus viajes, todas tenían obsequios de muy buen gusto, que exhiban con un dejo de maldad, desatando la envidia de todas sus amigas del club.
De esa cofradía bohemia, quedan en mi poder un Felipe De La Fuente y un Torres Agüero dedicados, que ahora están colgados en la pared del living del departamento que habito.
Mi abuelo Nicolás había tenido un problema allá por el año 33 cuando la famosa revolución frustrada del radicalismo que encabezó el Goyo Pomar. Cerca del puerto de Zárate, cuando fueron a tomar la comisaría, no fueron todos los comprometidos para la acción, el grupo se disperso y a él, le pegaron un tiro de máuser en la espalda. Dado por muerto, estuvo refugiado en un burdel que era de la Sociedad Israelita de Socorros Mutuos Zwi Migdal; un sórdido lupanar regenteado por una madama, sobre la que quizás algún día tenga que escribir un libro. Un mísero prostíbulo donde él vivió una historia de amor una judía polaca, a la que allí explotaban, a quien le encargaron lo atendiera por la herida. Allí él tuvo una breve pero intensa historia de amor con esa mujer, que terminó abruptamente, cuando la madama descubrió la relación tejida entre ambos,
La prostituta polaca aterrorizada por el castigo que le impondrían, se fugo de la misera mancebía, envuelta por las brumas de la noche, como un fantasma; dejándole a modo de regalo, un talismán llamado mezuza; que mi abuelo guardo en un bolsillo del chaleco de su traje hasta el día de su muerte. Esa mezuza, que contiene dentro de sí, un gastado trozo de pergamino, - casi ilegibles ahora, por el paso los años -, donde están grabadas las dos plegarias más sagradas del judaísmo:"שְׁמַע יִשְׂרָאֵל" y " הָיָה אִם שָׁמֹעַ" ; junto a la mezuza antes de huir, en un trozo de papel, con una letra casi infantil escribio "no te olvides de mí".
Mi abuelo guardo ese trozo de papel dentro del talismán que lo acompaño hasta su muerte y hoy yo atesoro.
Durante muchos años esta y otras historias fueron mis sueños más frecuentes, yo quería que mi vida estuviera colmada de situaciones e historias como esas, para tener algo tan bello, para contar cuando fuese mayor, ...
Un amor que parecía imposible, que lo atormentaba ferozmente, hasta que el deseo fue más fuerte....vivió algunos años en un remoto pueblo llamado Laguna Paiva en la Provincia de Santa Fe, en Colonia del Sacramento en Uruguay y en Santiago de Chile.
Esos habían sido los años más oscuros en la vida de toda nuestra familia.
Fue una época de la que nadie se atrevía a hablar, unos años durante los cuales él había convivido, con esa judía a la que buscó por cien pueblos hasta encontrarla.
Años oscuros, cubiertos por una espesa capa de silencio.
En 1951 estuvo exiliado en el Uruguay porque apoyo el intento del golpe fallido contra Perón.
Pero a pesar de todas estas cosas, o quizás tal vez, por eso mismo, mi abuela Celina lo amaba casi con desesperación y negaba públicamente cualquier habladuría engorrosa o truculenta, como las que se empañaba en describir mi abuela Elena. Mi abuela Celina no se cansaba de decir, que más allá de las cosas que tenía, mi abuelo Nicolás era el amor de su vida y ella lo respetaba como era.
Abuelo, que vida la tuya, lo que daría por vivir yo mismo historias como las que vos tuviste....
La vida de mi abuelo Nicolás, terminó, tal cual la había soñado mi abuela Celina,
Como ella quería, los días de su vida deberían de terminar como los de un hombre decente...
Una noche, la muerte lo encontró en la cama de su casa...
Porque yo tenía su mismo nombre, o tal vez, como ellas decían, mi rostro era casi igual al de él; a su manera, con sus formas y sus modos tan distintos una de las otras, ellas se tomaron el trabajo de hacer, si es que así se puede decir, desde siempre que mi mundo fuera ideal.....
Todos los días de mi infancia y los primeros años de mi adolescencia, el universo que ellas forjaron para mí, estuvo marcado por su presencia y sus cuidados.
Distintos a los que les brindaban a mis primos Puppy, Garito, Pipito, Nestitor, Juan Ignacio y mi hermano Juan María.
Me brindaban un amor sin límites, me cuidaron, me protegieron y fueron a lo largo de esos años celosas cancerberas de mis sueños, de mis angustias y también de los deseos más oscuros que yo construía en los laberintos de mi mente.
Ese universo singular que me envolvía, lo construía mi bisabuela a la que todos llamaban familiarmente Yeya o doña Máxima para el resto del mundo, la Yeya todos los meses iba a Harrod´s o Gath & Chaves que tenían sendos locales sobre la calle Florida, en unos edificios estupendos, donde tenía cuenta corriente y nos hacía todos los gustos; ella era especial y hasta el último de sus días en esta tierra no paro de hablar de los recuerdos de la Guerra del Paraguay que le transmitiera su esposo y su suegra; de la odisea que le toco vivir junto a sus hijas, cuando luego de enviudar, al no estar casada con mi bisabuelo, el curador de los otros hijos literalmente la dejo casi en la en la miseria, y fue la gracias a mano invisible de algún amigo de la familia, que logró la designaran para que se hiciera cargo de la Dirección de la Escuela Nº 1 en San Francisco de Bellocq.
Un paraje perdido en medio de la nada, tan sólo una parada del tren después de Tres Arroyos que rendía honor a los ancestros de los dueños de esos campos.
Mi abuela Celina que era la que tenía recuerdos de doña Demetria Bedoya, sus tíos abuelos amigos de Julio Argentino Roca que aparecían en las fotos de la Campaña al Desierto y pilas de cartas que el tiempo y mi desidia fueron perdiendo.
El mundo de los recuerdos de ella, comenzaba en una casona en Belgrano, que estaba en la hoy desaparecida calle Virreyes, una quinta por el bajo Belgrano en la continuación de la calle Manzanares donde hoy esta edificado el Círculo Policial, una isla en el Tigre, campos en Neuquén cerca del Lago Maquehue y mil cosas más perdidas, malgastadas o robadas por los curadores judiciales cuando murió mi bisabuelo Maximiliano.
Se vivía un ambiente cargo de glorias de un pasado esplendoroso, recuerdos de actos que a nadie importaban, ni eran recordados por nadie salvo por ellas mismas, pero a pesar de todo esas historias, tuvieron un efecto sobre mi presente de ese entonces, lo marcaron y en medida lo condicionaron.
Todas esos relatos, e historias , auténticos restos de un pasado esplendoroso del que solo quedaban retazos deshilachados que cuelgan como flecos, eran historias contadas con más énfasis para que ese pasado diera la impresión de seguir inalterable, de manera inexorable se iban desvaneciendo en los laberintos del olvido, a la misma velocidad que una a una, se fueron malvendiendo, - cada vez que alguna tía abuela lejana fallecía -, las últimas propiedades que quedaban de lo que supo ser un gran patrimonio, tan sólo para sostener lo que ya no existía, un estilo de vida encantador..
A fuerza de ser sincero, casi a modo de secreta confesión, reconozco que con cada muerte, si bien se caía un pedazo de esa historia familiar fantástica, se dejaba también un jirón de la historia familiar y de la Patria misma, con sus oropeles; en tanto se abría para mí una nueva esperanza de cara al futuro. Era como si una orquesta ejecutara un aria, allí donde se produce un silencio, luego la música estalla en todo su esplendor. O como una tormenta de verano, que luego de una explosión de furia, de vientos casi huracanado, de relámpagos y truenos, el diluvio parece anunciar el fin del mundo, que es seguida de una calma sin igual.
Así era mi familia, en ese ambiente me criaron, porque así la habían construido ellas...
Ellas me trasmitían recuerdos, historias cargadas de heroísmo, alguna miserabilidad humana, pero lo más importante de todas esas cosas que me sucedieron y que forjaron lo que hoy soy , fueron las constantes muestras de amor que me brindaba mi abuela Celina; que fueron tan fuertes que sus marcas están grabadas en mi carácter y mi ser.
Y cada vez que el recuerdo de ella, su imagen y sus cosas me conmueven hasta el llanto, al punto de que he llegado a creer que su ausencia es quizás la única que he sentido realmente en toda mi vida.
Doña Elena mi otra abuela, la materna comandaba un caserón en Tres Arroyos de la misma manera que comandaba el campo. Lo hacía de una manera casi cuartelera; y la verdad es que de ella no recuerdo ni un solo gesto de cariño, ni de amor, ni un beso de bienvenida o de despedida, o tan sólo una caricia al pasar..
El universo multitudinario de mis tías eran otra cosa, Pupeé, Beba, Mononona, Graciela, Baby, Cholita, Mara, María Mercedes, María de los Rosarios, María Marta, María Eugenia, Maria Carlota, María Eugenia y Josefina, se dedicaban no sólo a sus casas y cuidar en las reuniones de Elena y Laura mis hermanas, y de Rosalía, Maria Esther, María Alejandra, María Agustina María Laura, María Fernanda, Marita, María Belén, María Cora, Carolina, María Inés, María Julia, Loli, Pupeécita, María José y la Nena mis primas, sino que fueron el entorno que configuro los primeros años de mi vida.
Cuando tenía unos diez años, durante las horas muertas y eternas de la siesta en el campo después de que leyera en una revista Adán, una extensa critica sobre “Los amores de una rubia”, una película dirigida por Milos Forman un director checo de vanguardia, y ví la foto de la actriz principal, Hana Brejchová, una rubia bellísima, medio desnuda recostada en una pensión de Praha, el deseo se hizo presa de mi carne y atrás de un sillón del living mis dedos inquietos buscaron, y encontraron debajo del canzoncillo que tenía puesto, mi primera excitación consciente y en solitario.
El verano siguiente, le robé un beso a una de mis primas, subidos a una cosechadora, y corrimos aprovechando la hora de la siesta y la ausencia de miradas inquisidoras, hacia el galpón del fondo, donde solos, con el miedo instalado entre los dos, lentamente y casi temblando nuestras manos reconocieron centímetro a centímetro, cada parte del cuerpo del otro, y casi naturalmente de la manera más humana y pura, lentamente descubrimos juntos el placer de los juegos prohibidos.......
Y a pesar de que crecía, es decir cumplía años,pasaba de grado, em,pece a usar pantalones largos, os jueves eran el día qeu más esperaba, Nenneè ese día los días de mi vida parecían estar constituídos por espríritu particlar0, ... una especie de peterpantismo permanente, ... un mundo donde siempre conseguís lo que queres, ...... podes seguir siendo un niño., ... aunque n mundo,.cuando el falleció creo que debió de ser, para todos nosotros él ´´utiperdemos omento donde no se dicuió sobre nada como si todo etuviera en prefectas condiciones -----pbre ñ
Cuando fallecio ese ser único no llegasmo a oermpes ça frçop qi ptp açps y si kate ia u bemçoaoversio …
El culpable de estas cosa porque siempre hay que encontrar a un culpable, para quedar bien con propoconladad rional a u nuestra la mala conciencia pequeño burguesa, todo sufrimos en carne porpia esteaa`'òa pòa emos en carme dp´r,vp`ddr yts,dtst`,r,p,vrvoys`nrd u vsfs brxwr ñsd srfovrpmpropia una espdo en carne prpiona enormes rprozas de nielo qeu ppdeeron son la ecice de cirfo roma, ppero sal+tvp`,´pfsfbsvr
po imtertrete stió másdrop qi eañ açp amtroprafue mi primo Pipo, - porque supe de esas cosas en la revista que él leía -, pero él para mí él era otra cosa, él escuchaba música de jazz interpretada por Charly Parker y Duke Ellington en un combinado en su cuparto a todo volumen y nadie le decía nada, se besaba a su novia en el living de la casa de Belgrano a la tarde cuando se quedaban solos después de almorzar, cuando ellas se iban hasta el jardín de invierno que estaba en el fpropa y popovonslondo a tomar el te y charlaban de sus cosas, mientras las chicas jugaban en el jardín y yo me quedaba dando vueltas solo en la casa leyendo algo en la biblioteca que había sido del abuelo, pero siempre acompañado por la mirada vigilante de todas ellas, pero ahora estaba la mirada atenta y vigilante de ellas por un ladp y la .
Mi primo se transformó en esa época en mi ídolo, porque podía fumar en la mesa y meterse en las conversaciones de los grandes sin que lo retaran como a mí o a los mas chicos, y Neneeé, en acto de auténtica audacia me llevón ellos que iban a ver REY DE cORQZdñectoa ad va a dostamcoa Puppy jugaba al rugby en Old Crhistian, estudiaba derecho y tenía una novia a la que todos llamaban Neneè.
La verdad es que no me acuerdo como se llamaba, para mi siempre sólo fue siempre Neneè a secas, supe que vivía en un caserón enorme del bajo de San Isidro unas cuadras después de la Catedral como yendo hacia el Colegio Maríioin, y que según mi abuela Elena y alguna de mis tías a pesar de ser de una familia estupenda, Neneè era medio rara, no solo por que estudiaba filosofía. Nenee usaba siempre una polera de lana, blue jeans y zapatillas todo el tiempo; a Nenee le gustaba ir a las exposiciones del Instituto de Artes Visuales Di Tella, y a los happening que se organizaban allí, y que estaban de moda, Nenee se analizaba dos veces por semana con Alberto Fontana un psicoanalista del que todos hablaban en Buenos Aires; Nenee se juntaba con sus amigas de la facu – como decía ella -, en el Moderno un bar que estaba en la Galería del Este, - un boliche fantástico que se hizo famoso el día que cerró, porque ese día los gallegos invitaron a todos los habitué a tomar whisky importado en tazas de té -; Nenee además al salir del bar dos o tres veces por semana iba al cine generalmente a muestras de cine checo o francés.
Neneè, el pelo lacio como llovido sobre la cara angulosa, siempre limpia, la sonrisa amplia y unos ojos enormes de color miel…
Neneè termino peleándose con sus padres por las ideas que tenía, porque no aceptaba cambiar la vida que había elegido vivir y para ser coherente consigo misma, se fue a vivir a la casa de una amiga tan snob como ella y a donde invariablemente Pipo empezó a ir a quedarse a dormir. Cuando mi abuela Elena que a veces era una mezcla de peluquera de barrio y miembro del Opus Dei, con perdón de las profesionales del cepillo y la tijera -, se entero de esta situación le dijo a todas las personas que la querían escuchar que esa chica estaba completamente loca,... que era imposible,... era la verdadera encarnación del demonio; que el padre, que la había echado de la casa tenía toda la razón del mundo, que esa actitud era inaguantable y propia de degenerados,... que había hecho bien en no aguantarla más, para no soportar las habladurías de la gente.
Neneè, siempre discutiendo todo, típica exponente de la vanguardia porteña de los años sesenta….
Neneè se había transformado en una especie de hada protectora de mis sueños, la musa inspiradora de los primeros intentos de escribir y también en el objeto de mis deseos. .Buenos Aires era para esa época una ciudad hermosa, aggiornada, moderna, febril y diversa; que presumía tener una clase media culta, siempre informada de lo último de todo; una ciudad donde la gente leía revistas de actualidad y de política como Panorama, Primera Plana y Confirmado, una ciudad donde las librerías estaban abierta toda la noche y se podía encontrar, los primeros libros que edito Jorge Álvarez junto a lo último del estructuralismo francés; una metrópolis donde la gente joven que estudiaba letras a la salida de la facultad iba al Instituto Di Tella, a ver exposiciones, muestras y participar de los happening que organizaban los artistas de vanguardia, esa gente se pasaba las horas tomando algo en “El Moderno”, cenaban en el “Edelweiss” de la calle Libertad casi Corrientes, el en “London Grill” de Reconquista o comían algo en algún carrito de la costanera para ir después a “Guindado” a quedarse a escuchar música, o terminaban el día en “La Biela”, en “05”, o “Manolete”, o ia a bailar a “Mau Mau”, siempre y cuando el Negro Fraga te dejara pasar..
Neneè, tu risa contagiosa y los libros y la música y el pop art
Buenos Aires era hermosa, hasta que un buen día un general de enormes bigotes peinado a la gomina, que tenia un sueño imperial hablaba de los tiempos de la Revolución Argentina, se cría la encarnación de “von Pepe” Uriburu y que hacía que trabajaba de presidente, cuando en realidad soñaba ser emperador por la voluntad de sus amigos y camaradas de armas designó como Intendente a un tipo que hizo Florida peatonal, demolió cuadras de la avenida 9 de Julio destruyendo dos casas hermosas de estilo art noveau que estaban sobre la calle Chile, la placita Montserrat y el Pasaje Seaver, una auténtica salvajada arquitectónica en aras de la modernidad.
Neneè, y la música, y los happening del Di Tella, y el pop art y la historieta…
Tan brutos eran ese general de bigotes y su intendente con sus aires modernizadores, que María Elena Walsh, escribio una canción sobre Buenos Aires y sin nombrarlo dice: "...es la guerra y la demolición arrasando paredes y casas".
Que destino el del intendente y la parábola de su vida, que años después terminaría secuestrado por los restos de la organización Montoneros en París, una de esas cosas propias del "loco Galimberti", para hacerse de unos mangos y poder vivir.
Mi primo Puppy, supo usar una Studebaker con la que iba al campo de Tres Arroyos y que como le gustaba como andaba se trajo para andar por la ciudad a pesar de las criticas de la abuela, que decía que la ciudad estaba hecha para andar en auto, hasta que un día como a las 9 de la noche se metió con la dichosa Studebaker en "La Biela" causando un escándalo de proporciones.
Por que los gallegos le quisieron cobrar a mi abuela una fortuna por los destrozos que había hecho, razón por la cual le sacaron la camioneta de inmediato y la mandaron de vuelta al campo.
La situación fue tan jocosa que muchísimos años después algunos memoriosos de ese Buenos Aires fantástico aún se acuerdan de la historia, al punto tal que hace dos o tres años el gordo Willy Amadeo – una especie de chismoso de la noche de Buenos Aires y la fauna humana que la habitaba, porque conocía todos las anécdotas y sus protagonistas -, que trabajaba en el Instituto de Servicios Sociales Bancarios en un escritorio cercano al mío, muerto de risa le contaba a un ordenanza y a dos o tres personas la anécdota sin saber que yo era el primo de Puppy, que no hubiera pasado de ser un desafortunado incidente sino fuera porque cuando salió de entre las mesas, medio serio y tratando de no morirse de risa, pero entero a pesar del golpe recibido, lo miro fijo a los ojos a Manuel Rodríguez el mozo que nos atendía y nos conocía de siempre, ese que es capaz de traerte lo que vas a tomar sin que se lo pidas y muy serio como si no hubiese pasado nada le dijo:
- Che Rodríguez, que carajo está mirando vos, decime una cosa, ¿nunca viste un accidente?, ¿O es que es cierto que en Galicia todavía andan en burros y a carreta? Mira viejo déjate de joder con esos reproches de vieja de la Piedad, y decile al gallego Álvarez que mañana a la mañana mande la boleta de los arreglos a casa así le mando la gita como siempre y hasta ahora y por favor llévame un Dimple con hielo y una jarrita con agua a la mesa donde Neneè con mi primo, que me están esperando desde hace un rato.
Y siguió caminando como si nada hubiera pasado hasta la mesa de siempre, en donde estábamos sentados muertos de risa, frente al asombro del resto de los que estaban el bar, la indignación de dos o tres señoras mayores y por supuesto la furia de los gallegos.
Pero si hubo alguien que terminó de marcar mi carácter, esa fue Neneè, ....ella era maravillosa y por esas cosas se transformo en una especie de hada protectora, ella me llevaba a todas partes y me protegía mejor que nadie...
Neneè, mi hada protectora personal…
Ella me inició en la poesía con un libro de Carlos Drumonnd de Andrade, me hizo leer a Cortázar, a Vallejos, a Neruda,a Manuel Scorza, a Carlos Fuentes, a Juan Rulffo, a García Márquez, a Octavio Paz, a Bioy Casares, a la Ocampo, a Borges y a Sábato, me llevó por primera vez a ver una muestra de Julio Martínez Howard un plástico entrerriano que cayó casi en el olvido, cuya obra se perdió casi toda hace unos años en un incendio y sobre el que dicen tenia en sus trazos brutales, dejos de la obscenidad de Egon Schiele, que otra vez me llevó a ver una muestra colectiva de Macció, De la Vega y Luis Felipe Noé, y una vez cuando salimos de ver una instalación de Marta Minujin, como hacía un calor insoportable paro un taxi y fuimos a cenar a la Nelly en el Puerto de Olivos y hablamos, mejor dicho me hablo de literatura latinoamericana como hasta que nos echaron porque tenían que cerrar y no nos íbamos; así que para asombro de todos, menos para mí, a los dos días se apareció en mi casa con una chatita donde había baúl lleno de libros y varios números de “La rosa blindada” y me los regaló por que según ella el único al que le podían interesar era a mí.
Neneè, me iniciaste en la lectura del “nuevo boom latinoamericano”, me regalaste “Nanina”,el mismo día que salieron a secuestrar los ejemplares por las librerías y una tarde a la hora del té me hablaste de la vanguardia literaria y del psicoanálisis…
Por las noches cuando todos dormían el deseo se hacía presente y me excitaba con ella, con el recuerdo de su cuerpo siempre bronceado y ojos brillantes del color de la miel.
Neneè, objeto de mis sueños…
A Neneè comencé a amarla platónicamente y en silencio, y cada día que pasaba se iba transformando en el objeto inasible de mi deseo, una mujer con una tan vida plena, que su sola presencia permitía construir en mi mente un lugar ambivalente mezcla de vergel y de averno.
Soñaba navegar entre los pliegues húmedos de su vientre y deliraba ser devorado por ella y las sábanas se poblaron de manchas viscosas, fue entonces que ellas notaron los cambios de hábitos y se morían de celos, otra mujer empezaba a ocupar un lugar en mi vida....
Buenos Aires era en esos años, una ciudad fantástica habitada por una clase media que crecía mirando hacia Europa, los bares estaban abiertos toda la noche y se podía almorzar o cenar a cualquier hora, la ciudad que se modernizaba a pasos acelerados y su fauna urbana ilustrada y neurótica consultaba acerca de los fantasmas que la aterrorizaban de noche durante el sueño en el consultorio de algún psicoanalista que estaba de moda, que además cobraban una fortuna la sesión y que invariablemente jamás tenían turno, mientras tanto yo miraba estas escenas desde lejos.
Puppy leía Adán y además de leer todas esas revistas que comente, hablar de política con mi papá, estudiar Derecho, empezó a escuchar en el combinado que tenía en su cuarto a una banda de cuatro ingleses melenudos que empezaban a hacer furor y que se llamaban The Beatles, una banda que mi papá detestaba diciendo que eran unos putos drogadictos. A Puppy nadie lo retaba por las cosas que hacia, ni por el volumen en que las escuchaba música y como si eso fuera poco, además fumaba en la mesa después de comer mientras tomaban café sus padres, los míos y la abuela Celina. En uno de sus celebres ataques de locura sin sentido mi papá me tiro los dos discos de los Beatles a la basura y Neneè cuando se entero me trajo tres o cuatro de regalo y uno de Jimmy Hendrix y me enseño a esconderlos entre los libros para que el viejo no los encontrara, por que tu viejo es un facho de mierda igual al mío., así que no le das bola, ni te angustias más, yo te enseño….
Neneè me enseñaste tantas, tantas cosas…
Las cosas que hacia mi primo, eran para nuestra mirada, los más chicos de la familia, eran todo un gesto de los mayores hacia nosotros, que nos daban a entender de esa manera, que él era considerado mayor por ellos y por la abuela Celina, y no como a nosotros, a los que indefectiblemente se nos mandaba a lavar las manos, cepillarnos las uñas y mostrarlas antes de sentarnos a la mesa para comer, no hablar en la mesa, cepillarnos los dientes a la mañana y después de cada comida, obligados a ir a misa de 10 todos los domingos, tomar Emulsión de Scott antes del almuerzo y la cena y jugar en el patio del fondo después de almorzar los domingos bajo la mirada atenta de mamá, las tías y la abuela Celina que se sentaban en una mesa reparadas del sol con una sombrilla a tomar té y conversar sobre cosas de mujeres. El pastel de papas, las empanadas de carne cortadas a cuchillo con tomillo, la merluza a la salsa verde, el budín de pan con dulce de leche, el arroz con leche, la leche tibia con jerez, huevo y miel cuando tenia tos y la ensalada de frutas en verano a la hora de la siesta eran las delicias que no me hicieron faltar nunca a la hora de la comida.
El colegio era una especie de sacrifico pagano en el altar de la moralidad pequeño burguesa que me sumía en un aburrimiento letal, al colegio iba por obligación más que por gusto, por que si de gustos se trata, me pasaba la mayor parte de las horas de la tarde en la que creo fue la mejor biblioteca que visite, la biblioteca de mi abuelo, que era una estancia enorme donde había acumulado una impresionante cantidad de libros a través de los que me permitieron “ver”, si es correcta la expresión, el mundo de otra manera, biblioteca y en donde Neneè me aconsejaba textos.
Mi mundo sin embargo comenzó a cambiar de una manera atroz, empecé a dejar un niño mimado, consentido y caprichoso y la vida me empezó a mostrar su "otra cara", cuando por el inexorable paso de los años me fui quedando solo, primero se murió la Yeya y un año después mi abuela Elena, a los seis meses mi abuelo José María en Tres Arroyos, después la tía María Luisa y un años después mi abuela Celina.
Por si fuera poco, poco tiempo después Neneè se peleo con Puppy definitivamente y la deje de ver.
Neneè, te extraño…
Puppy al poco tiempo se recibió de abogado, y como si nada de lo que vivio al lado de Neneè, hubiera tenido valor, primero empezó a trabajar en un estudio importantísimo de unos amigos de su padre y para rematar el giro que estaba operando en su vida, se puso de novio con la que hoy es su mujer y madre de sus hijos y termino siendo un numerario importante en el Opus Dei.
A partir de ese momento creo que lo odie con todas las fuerzas de mi alma, el ídolo era de barro, se cayó del pedestal en el que estaba; aunque después comprendí que sentí por él una mixtura de inconmensurable indiferencia e infinita lástima.
Neneè, te juro que lo odio a ese gordo boludo…
Neneè, dejó de venir a mi casa y mi vida pego un vuelco inesperado.
Neneè, volvé a mi casa, salgamos a caminar por alguna calle, volvamos a tomarnos juntos un te, en Las Vicotorias.…
Me volví como ermitaño, hosco y trashumante al mismo tiempo. Deje de hacer las cosas de todos los días y no hablaba con nadie en mi casa.
Neneè, vamos al cine a ver una película checa, salgamos a caminar por Corrientes de noche, pero por favor sacamé de acá, que esto me asfixia y me vuelve loco…
Mi mamá creía sinceramente que estaba medio loco e insistía que había que llevarme a lo de un psiquiatra, que decía había hecho milagros con la Baby Goytía, una amiga suya que se deprimió después del suicidio del marido, y mi papá decía que estaba estupidizado porque no hacia nada en todo el día y que él era capaz de curarme en una semana trabajando en unas obras que estaba construyendo en el campo. Yo no hice ni una cosa ni la otra, termine yendo de mala gana a un psicólogo en Palermo que usaba una polera negra, traje de casimir de tweed gris espigado y fumaba pipa y me preguntaba una sarta de boludeces sin sentido, entonces irremediablemente le mentí sin remordimientos llevándole la corriente, contestando cosas que parecían razonables y al poco tiempo deje de ir como quien deja un lastre en el camino. No salí más con los conocidos de siempre a los bailes del Yacht Club de Olivos, ni a los boliches a los que en verdad había dejado de ir hacía bastante tiempo ya que atrapado por los significantes de mi abuelo Nicolás me pasaba hora y horas en los bares del centro y empecé a militar en una agrupación política, conocí “La Academia” y “La Facultad” un bar que luego demolieron donde ahora esta el Hotel Bauen, un bodegón que llamábamos con unos amigos “El tropezón de Sarmiento” donde comíamos por monedas, el Callao 11 que demolieron donde en el sótano tocaban Lito Nebbia y un montón de grupos de música, el Tokio que estaba en Bartolomé Mitre entre Callao y Rodríguez Peña enfrente a “Palo O” un bowling lindísimo que cerro poco después y el café La Paz, de donde nos hecharon por pelearos con un mozo.
Cada tanto me cruzaba con Neneè en la calle o en alguna movilización, pero ella irremediablemente, hacia como que no me conocía.
Neneè, hablame por favor…
En todos esos nuevos lugares a los que iba me hice amigote de una auténtica marea humana de poetas, trotskistas sin partido, anarquistas utópicos, republicanos exiliados desde el 39 que añoraban volver a esa España camisa blanca de mi esperanza, poetas, pintores, inventores de utensilios inútiles para el resto de los mortales y un montón de locos lindos y sueltos y en las servilletas de los bares escribí cientos de poesías y cuentos cortos que por piedad con los años entregué a las llamas.
Caminaba como un fantasma por la playa "El Ancla" de Vicente López, por la playita del bajo de la calle Alvear en Martínez, o por la Costanera Sur que era un auténtico yuyal casi impenetrable que crecía entre las ruinas de lo que sería la ciudad deportiva del Club Boca Juniors abandonada años atrás, con una novia un tanto snob que me incitaba a escribir y con la que compartía más horas en la cama, que otra cosa.
De las persona que conocí en los bares del centro en los primeros tiempos no tengo registro de complicidades, y si bien a algunas de ellas a veces me cruzo por la calle son sólo rostros que no llegan a significar nada para mí en este momento, con otros con los que compartí experiencias en el campo de la política a veces me junto a cenar o a tratar de relanzar algún proyecto.
En mundo de ellas habían construido se fue desintegrando en pocos meses por la ausencia de algunas de ellas, el noviazgo de mis primas, por mi propio desidia hacia las que quedaban a las lentamente fui abandonando sin sentimiento de culpa.
Varios años después los primeros días de julio de 1976, cuando vivir acá era imposible y se respiraba la muerte en las calles, unos días antes de mi cumpleaños, una noche horrible que llovía a cántaros y hacia un frío terrible, yo estaba durmiendo solo; cuando como a las 2 de la mañana, empapada y temblorosa Neneè golpeó la puerta de casa, me dijo que no tenía donde ir y hacia dos días que estaba dando vueltas por Buenos Aires, dormitando de a ratos en colectivos y trenes.
Me contó que tenía un quilombón de órdago que se había desenganchado con el compañero que era su control, que el abogado de la orga no aparecía desde hacia dos días, que el loco Galimba estaba más loco que nunca por que había discutido con un jetón de la Carolina Natalia a quien le pido plata para comprar FAL y unas casas seguras y el tipo le había dicho que no eran el Banco Hipotecario Nacional y que si querían fierros los afanaran, que su grupo estaba medio diezmado y que además había caído una casa de seguridad cerca de la Panamericana y la Avenida Mitre....., llena de impotencia y de desesperación, las lágrimas le saltaban de esos ojos enormes hermosos color de miel que siempre me habían impresionado.
Tomamos algo caliente, puse un poco de música que a ella le gustaba, hablamos de cosas perdidas de las anécdotas del pasado, mientras le acomode una cama en el cuarto de mis hermanas para que se quedara a dormir.
Antes de irse al cuarto a dormir me miro fijo a los ojos, desde el fondo de sus ojos cargados de ternura y la verdad que el alma se me partió por que intuí que nunca más la iba a volver a ver...
Poco tiempo después de acostarme al no poder conciliar el sueño fui hasta el cuarto donde dormía, ella estaba sentada en la cama, fumaba y mirando hacia la nada tras los vidrios manchados por las gotas de lluvia, al verme aparecer en la puerta se corrió hacia un costado y casi susurrando me dijo:
- vení, quédate acá a mi lado, tengo tanto, tanto frío,… estoy tan sola...
Desnuda sobre la cama, observe con detalle los destellos de luz que se filtraban por la ventana desde la calle y las sombras caprichosas que las gotas de lluvia dibujaban sobre su cuerpo, …entonces me pareció más hermosa que nunca..., no dijo nada, ni una sola palabra, mientras que torpemente mis manos buscaban las suyas y la acariciaban con el deseo contenido de años, …temblaba de emoción,... cerré los ojos al besarla, … entonces ella me abrazó con una ternura que nunca antes había sentido y su cuerpo cálido se fundió con el mío,... mientras me escuché decirle al oído como un murmullo una verdad de Perogrullo:-....te espere tanto tiempo...
Neneè y yo haciendo el amor con ternura, como lo había soñado tanto tiempo…
Cuando me desperté, Neneè no estaba a mi lado, se había ido sin hacer ruido mientras dormía, y en un papel escribió:
- Gracias por todo, te quiero mucho, no me olvides, un beso, Neneè
Neneè, no te vayas, Neneè, quédate a mi lado para siempre, vayámonos hasta alguna playa en Brasil o a algún pueblito de los Pirineos franceses…
Me sentí preso de un ataque de angustia y llanto..., caminé horas y horas buscándola por los bares del centro,...
A los pocos días el diario La Nación informaba que durante un operativo de control vehicular en el conurbano fuerzas conjuntas habían abatido a varios delincuentes subversivos y una foto de Neneè de otra época por que tenía el pelo largo y lacio como llovido sobre la cara angulosa, una foto del pasado, una foto de una época en la que había sido feliz, acompañaba la nota.
La premonición se había cumplido, te fuiste Neneè y me dejaste solo...
Todo eso paso en menos de diez años y mi mundo se derrumbo casi por completo.
A eso se le sumo la muerte de mi prima María Agustina por una meningitis rarísima mal curada. Ese hecho terminó de marcar el final de una época sin igual de mi vida.
El espacio de sosiego que ellas habían ocupado con el transcurso de los años como consecuencia del giro que pego mi vida se desintegro como el aire en medio de las manos, y fue ocupado por otras mujeres, amigas, novias y compañeras que aunque se lo hubieran propuesto no se igualaban al que ellas habían sabido construir, ya que por distintas razones todas ellas siguieron estando en mi vida como una marca indeleble que el paso de los años no ha logrado borrar...
Neneè, te mataron, pero no te olvido, vos vas a estar siempre viva en mí…
Por eso a pesar que han pasado tantos años cada vez que me acuerdo de ellas en forma furtiva, como un fantasma cruel detrás de una esquina, la angustia se apodera de mí ser y las lagrimas me saltan de los ojos de una manera irrefrenable sin que pueda hacer nada para contenerlas.
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